Cultura

"La simpatía hacia el cliente, eso vale un montón, es fundamental"

Así lo aseguró a TiempoSur, Zacarías Barrientos "Fittipaldi", como todos lo conocen, dueño de la casa de compostura de calzados del mismo nombre de su apodo, tal vez uno de los más antiguos en el ramo en Río Gallegos, quien nos relató cómo fueron los comienzos en esta actividad, su pasión por la práctica deportiva de tiro, como así también de la pesca con "cucharita o spinning" y que agradece a Santa Cruz y en especial a la ciudad de Río Gallegos que lo cobijó tras la llegada de su pueblo natal, Puerto Natales.  

  • 17/08/2017 • 10:41
Fittipaldi, el apodo por el cuál se lo conoce.
Fittipaldi, el apodo por el cuál se lo conoce.

Hoy, en este espacio que TiempoSur le está dedicando a nuestros vecinos que fueron parte del crecimiento social, comercial, político de la ciudad o la provincia, seguimos recorriendo y nos acercamos hasta el barrio Puerto donde se encuentra la casa reparadora de calzados "Fittipaldi", tal vez uno de los más antiguos que queda en Río Gallegos. Allí, nos recibe muy amablemente Zacarías Barrientos o "Fittipaldi", como él nos cuenta que "todos lo conocen por su apodo", dueño de la reparadora, para dialogar sobre los comienzos de su actividad, su historia y por sobre todo su "pasión por el tiro y la pesca" que hasta hoy con 77 años sigue practicando y continúa al frente de su negocio el que lleva adelante hace 33 años. 
Zacarías o mejor dicho lo vamos a nombrar como todos lo conocen "Fittipaldi" nos cuenta que tener la casa de compostura de calzados en nuestra ciudad capital "fue de casualidad". "Vine de mi pueblo querido, Puerto Natales, en el año 1982. Tenía 42 años, llegué a Río Gallegos -junto a su esposa- y estuve alojado en un hotel cerca del Hospital viejo, hasta conseguir nuestra radicación, que en aquellos tiempos no era fácil", señala. "Había traído bastante plata para estar un año o dos, hasta regularizar mi radicación", agregó al comentar que "un día caminando por la calle se me sale un taco, andaba por la calle Roca y miro que al frente y veo la reparadora de calzado Minguito y dije voy a ver porque tal vez me puedan arreglar el taco. Entonces, pasa un amigo de años que andaba conmigo en bicicleta en Punta Arenas (de apellido Cortez) y me preguntó qué estaba haciendo y le cuento que estaba matando el tiempo porque hacía como dos o tres meses que estaba acá tramitando mi radicación. Él fue el que me arregló el zapato; nos pusimos a charlar porque nos conocíamos desde que teníamos 25 años". 
Fittipaldi nos explica en ese momento que siempre fue "muy diestro para los trabajos con las manos". Entonces, "Cortez siempre me invitaba para charlar y me dijo que lo ayudara en el negocio. Como no estaba tan lejos de donde estaba viviendo, empecé con él cosiendo pelotas de fútbol" e insiste en que "para mí los trabajos nunca fueron un problema".
"Observé y aprendí rapidísimo, más los trabajos de este tipo. Así fue como a la semana yo sabía tanto o más que él", se ríe Fittipaldi. 
Y continuó su relato explicándonos que "20 días después, Cortez me dice sino me animaría a quedarme en la zapatería porque él quería irse de vacaciones con su señora a Buenos Aires, Mar del Plata. Ya me estaba dando una confianza total, me quedé trabajando solo en la zapatería. Él volvió como a los 25 días y trabajé un mes más. Ya era un zapatero ciento por ciento. Pelotas, suelas, media suelas, tapillas, para mí todo era bien".
Luego, otro vecino que también tenía una zapatería "me ofrece que me vaya con él, me pagaría bien, podía comer también ahí. La propuesta era buena y así me fui a trabajar con él", precisó al recordar que "un día venía pasando por acá (donde está su negocio), veo este local desocupado y me pregunté por qué no me independizaba; si esto es un negocio bastante bueno. Pasé, me dijeron que estaba desocupado y que tenía que pagar dos meses por adelantado y ya estaba. Después pasé por una galería y estaba la máquina (que aún lo acompaña en su trabajo desde hace más de 30 años) que la vendían en 200 pesos. En esos años era plata -acota-, yo le ofrecí 100 y dos cuotas de 50 pesos. La plata en ese tiempo valía. Así fue que me compré la máquina y la llevé a casa".
Fittipaldi nos contó que mientras su señora se había instalado en su local, "yo seguía en el otro negocio, hasta que éste agarrase vuelo. Mi mujer me decía que lo cerrase porque no entraba nadie. Yo me decía no puede ser porque acá las zapaterías andaban bien" y "entonces, hablo con Don Juan -dueño de la reparadora donde estaba trabajando- y me vine para acá y al poco tiempo empezó a agarrar vuelo. Así fue que con el tiempo (año 1984) empezó todo esto. De ahí para adelante anduvimos perfectamente hasta el día de hoy".

El porqué del apodo de "Fittipaldi"

Zacarías nos cuenta que "es un apodo porque me gustan también los fierros" y precisa "cuando estaba en Chile viajaba mucho a Punta Arenas con camionetas y camiones, porque mi negocio allá era de ventas de bebidas y mercadería al por mayor. Entonces andaba en la ruta. Aún hoy teniendo casi 80 años, tiene que ser muy buen piloto para que me pase. A mí me gusta manejar, es como una diversión para mí. Me pusieron el apodo de Fittipaldi por el corredor". 
"Siempre me gustó la aventura y cuando vine acá seguí igual", acotó. 
Nos relata al respecto que sus hijos y nietos "crecieron conmigo y llevan en la sangre" también esta pasión. En este sentido, comenta que su nieto "fue campeón de karting durante 3 años".

Su clientela

Sobre la continuidad de su comercio tras tantos años, nos asegura que "el negocio funciona. Funciona porque yo estoy todos los días acá. Este es un trabajo que hay que ser bien responsable, no mentirle a la gente, al cliente y hacer bien los trabajos" y precisa de manera orgullosa: "Eso es una de las cosas que me ha hecho un poco popular, porque a mí me gusta trabajar bien".
En esta parte del relato de su historia de vida, nos aclara que "el 80% de mis clientes son mujeres" y también con una sonrisa dice: "Yo tengo una idea de que las mujeres te levantan o te aplastan. Si te dice andá a lo de Fittipaldi que es buena persona, tiene buen trato, trabaja bien, la gente viene; ahora si dice no vayas, no te recomienda, la gente no viene".
"Tengo mucha clientela, médicos, abogados, periodistas, personal del Ejército, de la Policía y muchos de ellos ya se hicieron amigos", indicó a TiempoSur. 
"Trabajo hay, nunca nos faltó. Es muy importante el trato con la gente, va en la persona, en quien lo atiende. La simpatía hacia el cliente, eso vale un montón, es fundamental", afirma Fittipaldi. "Yo trato de ser así, especialmente con la mujeres, porque son las que están todos los días por acá y si no me van a decir Fittipaldi lo hiciste mal!", cuenta sonriente. 

Sus pasiones: la pesca y el tiro

"Me gusta la pesca y el tiro", afirma al recordar que al poco tiempo de llegar a Río Gallegos "me uní al club de pesca Pescazaike. Era una de mis pasiones. Allí me llevó el viejito Espósito, ahí estuve un tiempo como capitán de pesca. Gané algunos campeonatos".
"Después me integré al tiro que también es otra de mis pasiones (Tiro Federal) y sigo participando en el Tiro", nos precisó al mostrarnos fotos y recortes de las publicaciones periodísticas donde sale acompañado de sus compañeros Raúl Canto y Alejandro Victoria.
"Cuando recién vine era imparable", aseguró al aclararnos "ahora ya estamos más viejitos, la vista no es la misma. Participé en las especialidades, carabinas, pistola. Ahora practica neumática". 
Sobre estas pasiones que aún sigue manteniendo, le preguntamos qué prefería si pescar con mosca o con cucharita, nos reconoce que le gusta más pescar con cucharita porque "me entretiene más la cuchara o el spinning" y precisa: "En mi casa tengo cualquier cantidad de trofeos. En Piedra Buena salí segundo hace unos años en un campeonato de la trucha Steelhead, donde saqué una pieza de casi 9 kilos".
Otra anécdota que recuerda, en este caso sobre su pasión por el tiro, fue "la primera vez fui a la policía a mirar y estaba Don Almonacid y me preguntó por qué no tiraba y le cuento que no tenía arma, entonces me presta su arma y salí segundo ese día" y agregó: "Otra vez fue cuando había que tirar con fusil 762. En realidad fui a mirar porque no tenía fusil y un hombre de Puerto San Julián me prestó su fusil, el tiro era a 150 metros; hago los dos tiros de prueba y me avisa que estaba tirando abajo porque no tenía el telescopio para mirar, corrijo y empecé a tirar y gané!", se ríe Fittipaldi. 

Finalmente, asegura: "Yo estoy contento de estar acá, porque tengo a mis hijos que están bien, no les falta nada" y remarca que "trabajo nunca me falta, más bien me sobra. Eso es muy importante porque hoy en día, no hay mucho trabajo". 
"Toda una etapa, llegamos a la vejez y estamos bien. Yo estoy agradecido de estar acá. Tengo un montón de amigos por el negocio, por el tiro y la pesca", contó a TiempoSur, Zacarías Barrientos "Fittipaldi" para los amigos y clientes.