Cultura

"Damos gracias a toda nuestra clientela que hemos crecido juntos"

Así aseguró a TiempoSur José Epifiano Díaz, quien tiene 61 años y trabaja todo el día en la Tapicería, un negocio familiar, donde todos los integrantes de su familia atienden a los vecinos que se acercan a adquirir la variedad de mercadería que nos ofrece a los integrantes de esta comunidad. José además tiene una pasión como es "el fútbol" y hoy a su edad sigue jugando y participa del equipo Juventud Unida.

  • 14/09/2017 • 09:19

En este espacio en que TiempoSur está recorriendo nuestra ciudad para visitar y conocer a los vecinos que forman parte del círculo de pioneros que apuntaron, y continúan haciéndolo, al crecimiento de nuestra sociedad en todos sus ámbitos; nos acercamos hasta Tapicería Díaz, donde nos reciben José y Marcelo, padre e hijo, parte de los integrantes de una familia que con esfuerzo y mucho trabajo atienden en su comercio a los vecinos que diariamente se acercan para adquirir los productos que ellos ofrecen a los vecinos de la ciudad.

José Epifiano Díaz, más conocido por "Fideo", si bien nació en Puerto Natales, vivió con su familia en Turbio Viejo hasta los 8 años, momento en que su padre decide traer a toda la familia a Río Gallegos. En este sentido, José, quien estaba acompañado por su hijo Marcelo, nos cuenta "lo que recuerdo es que me infancia fue linda. Era todo campo y mi papá trabajaba en las estancias, era carpintero", profesión que hizo que José aprendiera desde muy chico a manejarse con los elementos relacionados con la carpintería.

A su llegada a Río Gallegos, José continúa contando la historia de su familia recordando que "mi papá empezó a trabajar de carpintero y apenas llegamos le pedí que me hiciera un cajoncito de lustrabotas, me lo hizo y lo pinté de verde, porque es un color que me gusta", contó sonriente al señalarnos "no sé si logré lustrar algún zapato pero yo salí con mi cajón". Después de lustrabotas, nos relató que entre tantas cosas que hizo mientras cursaba sus estudios en la Escuela 11 fueron "vendedor de helados, de diarios, de frutas y papas, ayudante de topógrafo, hasta trabajé en el bowling y en la Panadería La Favorita, sinceramente hice infinidad de cosas" y nos recordó que por la profesión de su padre, él también llegó a ser carpintero.

"La carpintería de mi papá, todavía está en calle Estrada al 900, tal cual él la dejó, y la atiende uno de mis hermanos que también se hizo carpintero".

A los 15 o 16 años José viaja a Buenos Aires con intención de probar suerte en lo que más le gusta que es el fútbol. Al respecto, José nos cuenta "yo jugaba para un equipo Huracán de Gallegos, era chico y jugábamos en las piedras y aparentemente andaba bien. Llegó el momento y quise ir a probarme a Huracán en Buenos Aires, cuando fui me llamó mucho la atención porque vi al arquero que se tiraba sobre un colchón de césped y yo estaba acostumbrado a las piedras, no lo podía creer", y agregó "llegué una noche y me dijeron que tenía que esperar hasta el martes, mientras tanto vivía con los chicos del club; esperé como 3 horas y me cansé y me fui". José estaba solo, y pensó en su familia, "cuando uno está solo valorás tu familia, lo que tenés" por lo que se puso a trabajar en una fábrica de ventanas y puertas con el fin de juntar el dinero para regresar, "me quería volver", aseguró a TiempoSur.

Entonces a su regreso, se puso a trabajar con su padre en la carpintería.

Ya en el año 1985, José estaba casado y con tres hijos -Silvana, Vanina y Marcelo- económicamente las cosas no andaban bien y es donde deciden con uno de sus hermanos mayores arman una sociedad y ponen una tapicería. "Yo vendía los materiales de tapicería y mi hermano hacía los trabajos" así es como José comienza en el rubro de tapicería.

 

Los comienzos de la Tapicería Díaz

En el año ‘99, José decide abrirse camino solo, con su propia familia, compra el local donde se ubica la Tapicería, Avenida Gregores 245. Allí nos cuenta que el lugar había sido ocupado por una gomería. "Era un galpón y acá no había nada. No había asfalto tampoco en ese momento y lo único que había de comercio enfrente del local era la empresa Rodríguez Carrera".

Aquí comienza el camino emprendido de 18 años al frente del comercio que lleva su apellido y del que sienten orgullo, destacando a este medio que es producto del esfuerzo de toda su familia.

"Empezamos con un taller chico de tapicería mientras que íbamos armando el salón de ventas; hasta que logramos armarlo" cuenta y en esta parte también interviene en la charla Marcelo quien insiste "siempre fue familiar, atendían mis hermanas, mi mamá que hasta el día de hoy está atendiendo".

"Nosotros prestando atención y aprendiendo bien el oficio", nos asegura Marcelo; mientras que José remarca "mis hijas venían después del colegio a ayudar. Nos quedábamos hasta tarde con mi señora. Marcelo terminó el secundario y decidió quedarse acompañándonos en este proyecto familiar".

"Abríamos de domingo a domingo, llegamos a hacer horario corrido" nos relata José al señalar que "ya uno es más grande, mis hijos tienen sus hijos, donde cada uno necesita también tener sus tiempos y los horarios ahora son normales. Atendemos de lunes a sábado y descansamos los domingos, aunque vengamos con mi hijo a tomar unos mates, y charlar por lo que tenemos por delante".

"La idea es que después de tantos años de sacrificio, que el negocio continúe con la familia" afirmó José agradeciendo a Dios "que trabaja toda la familia y nos va bien".

A José también le consultamos sobre su clientela y nos cuenta que "hay clientes que nos siguen desde el primer día, porque lo importante es tener buenos precios, brindar buena atención" y agregó "si algo que no tenemos, comprarlo para que la gente venga y se lleve todo lo que necesita" e insistió en la importancia que tiene para el cliente de "ir a un lado donde consiga todo, y si a eso le sumamos la buena atención y los buenos precios, eso hace que la gente vuelva".

 

La única fábrica de goma espuma de la Patagonia

En el año 2009, José junto a su hijo y el resto de la familia tuvieron la idea de que podría ser factible fabricar goma espuma, ya que todos los productos se traen del norte del país con los costos que ello conlleva, intermediarios, costos de fletes; y así, bajar costos y ofrecer a los vecinos de la ciudad otro producto más. 

En este momento, Marcelo nos cuenta que "la goma espuma tenía mucha circulación y llegó un día que nos sentamos con mi papá y le dije que algo teníamos que hacer con esto. Y ahí fue donde con trabajo y juntando peso por peso compramos las máquinas, ampliamos el depósito que tenemos en calle Asturias y pusimos la fábrica de goma espuma".

"Al comienzo no fue fácil, pero vimos que la podíamos hacer, y hacíamos una diferencia" dijo al contarnos que luego "le propuse comprar una máquina más y hacer colchones. Siempre él (por su padre) gracias a Dios me apoyó y hasta el día de hoy, continúa haciéndolo".

En este momento, Marcelo hace un alto en el relato y nos cuenta una anécdota y es cómo hicieron los primeros colchones "la tela se cortaba en el taller de Avenida Gregores, la goma espuma se hacía en la fábrica de Avenida Asturias y el colchón se cosía en el garaje de mi casa".

Y así siguió este camino con la fábrica de goma espuma, única en la Patagonia; donde hoy fabrican colchones, sommiers, almohadas. Además de espuma picada y telgopor picado.

Finalmente José reitera orgulloso "tenemos la primer fábrica de la Patagonia" y lo está porque "se hizo con un gran esfuerzo y trabajo familiar". Eso lo que en todo momento de la charla tanto padre como hijo remarcaron de la puesta del negocio y de la fábrica.

"Seguiremos buscando el mejor precio y la atención de siempre, trabajando junto a todo nuestro equipo de ventas", concluyeron.