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Tabú: En Santa Cruz también se radican denuncias falsas por violencia de género

Cada vez son más las críticas al sistema judicial que, dicen, sólo protege a la mujer frente al maltrato del hombre y no persigue las decenas de denuncias falsas. El juez de Familia de Rio Gallegos reconoció que hay quienes inventan maltrato ante la OVD para agilizar las cuotas alimentarias y en Caleta Olivia, un grupo de hombres se organiza porque sus ex parejas les impiden ver a sus hijos con este ardid.

  • 17/05/2015 • 00:00

Hoy, el tema que atraviesa a la agenda de los medios sin dudas tiene que ver con la violencia de género y los casos de femicidio que llevarán el próximo 3 de junio a una marcha en Capital federal y con réplicas en el interior, buscando despertar la consciencia social.

La agresión perpetrada contra una mujer se identifica como violencia de género porque parte de la desigual distribución del poder y a las relaciones asimétricas entre varones y mujeres en nuestra sociedad. Sin embargo, el fenómeno de la violencia familiar no está reducido a una cuestión de género.

Culturalmente no está bien visto que un hombre denuncie ser violentado aunque por cada vez que el tema de la violencia de género es abordado en los programas de Tiempo FM, surge un clamor a través de los mensajes de los oyentes porque se atienda a la “otra” violencia.

Un ejemplo claro es lo que sucede en Caleta Olivia, donde un grupo de medio centenar de padres que no pueden ver a sus hijos por diferencias con las madres de estos, los llevó a juntarse cada sábado y fortalecer su pedido al Poder Judicial para que atendiera sus situaciones, en muchos casos, complicadas por la radicación de denuncias infundadas, sostienen.

El grupo se hizo público y cada vez logra más adhesiones, luego de que se conociera que uno de sus integrantes, Cristian Aguirre había participado del film “Borrando a Papá”, un documental sin fines de lucro, financiado con apoyo del INCAA, que busca denunciar y dar a conocer la problemática de la obstrucción de vínculos en la opinión pública, legisladores, operadores judiciales y del sistema de salud.

El film muestra el derrotero por la Justicia de Familia de muchos casos de la Capital federal y del interior del país, con testimonios de padres que no pueden ver a sus hijos porque la madre se los impide, en algunos casos, haciendo abuso del aparato judicial, sin que esto tenga consecuencias para la madre.

Borrando a Papá

El documental había sido censurado por el juez Guillermo Blanch pero luego la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil consideró que el magistrado incurrió en censura y permitió que salga a la luz el oscuro negocio de la obstrucción de vínculos generado desde la justicia y que es denunciado en el documental.


Cristian es padre de un pequeño de cinco años a quien hace un año y medio no ve regularmente porque “cuando lo busco me dicen que no está, que salió, que tiene un cumpleaños, o no me atienden el teléfono y si insisto aparecen las denuncias de violencia diciendo que grite, que insulte” relató, mencionando que el cambio de actitud de su ex comenzó cuando conoció a su actual esposa.

“Estamos en contra de la violencia y si dos personas no se pone de acuerdo el aparto judicial tiene que interceder” porque “hoy el paradigma del padre cambio, no solo es quien trae el pan a la casa, hoy su figura se interesa por el día a día del menor, tenemos muchos papás que trabaja en el petróleo y están obligados a hacer un régimen de visita acorde a su franco y esperan con ansias ver a sus hijos pero se les trunca” denunció.

Cristian y los demás papás caletenses, lamentan que no se investiguen las denuncias efectuadas por sus ex ya que “si te denuncian por violencia, inmediatamente te separan 90 días de tus hijos. Te dicen que lo vas a ver los fines de semana un par de horas o no lo vas a ver directamente, de acuerdo a la gravedad de la denuncia”.

En términos generales, el joven sostuvo que luego de las charlas de los sábados donde “hacemos catarsis” queda claro que, el común de nominador o “cuando empiezan las denuncias o la prohibición de ver a los chicos es cuando rehacemos nuestras vidas, ahí comienza el hombre a ser castigado” cuando, en realidad “los chicos como mi hijo no tienen ser huérfanos de un padre vivo, y si ellos piden ver a su papa no se lo tienen que prohibir”.

Cuando el nivel de noticias vinculadas a la violencia masculina sobre la mujer es abrumador, no dar lugar a las denuncias de las mujeres resulta peligroso. Entendiendo eso, Cristian opina que “si un padre verdaderamente es violento tiene que ser castigado pero no el 100% de los casos denunciados son verdaderos y muchas mujeres que son violentadas no denuncian, porque el aparato  judicial tiene que entender que un papel no va aparar a un violento”.

“Para nosotros –agregó- es muy duro leer en los diarios que las mujeres son asesinadas y la gente piensa que son todos iguales. De hecho, por ser el papa varón ya entras perdiendo al juzgado” manifestó.
Cristian sabe que “a mi hijo le hablan al de mí” y eso hace que cuando lo vea “pasa una hora hasta que se adapta y entiende que papa no es malo, que lo estaba esperando”

La justicia le ha dicho en reiteradas oportunidades a Cristian que “espere” cuando reclama que definan si las denuncias que hace su ex son ciertas o no. “Los jueces no accionan, el aparato judicial sigue lento” ejemplificando que “cuando un juez de Familia te manda a que veas a psicólogo, este te cita a los seis meses”.

Justicia que ve
Con el problema planteado: el de las mujeres que sacan provecho de la lentitud judicial durante un proceso abierto de divorcio o separación, el juez de la Familia de esta capital, Diego Lerena fue consultado al respecto.

La evaluación no es sencilla: esos estrados están atestados de expedientes vinculados con la violencia familiar y tiene un retraso de dos años de subrogancia.

“Cuando se plantea la demanda de un padre que quiere fijar un régimen de comunicación siempre existen pretensiones de ver a los hijos. El problema es cuando se tiene la concepción en el ideario social del hijo como un trofeo y el menor queda entrampado  en situaciones adultas” comenzó Lerena para luego reconocer los abusos de algunas mujeres, algo inédito en bica de un magistrado local aunque valioso.

Consultado si ante una denuncia falsa, resultaba más difícil para el hombre probar que no es violento, Lerena sostuvo que hace dos años el Tribunal Superior de Justicia puso en marcha la Oficina de Violencia Domestica (OVD), bajo directivas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que la generado “un avance fenomenal en lo que respecta a la política de violencia de género como flagelo”, permitiendo que “se formulen denuncias y a partir de ahí se le corre vista al juez para que valore el riesgo, medio, bajo, alto o altísimo de violencia e inicie el proceso”

Sin embargo “sucede que  se hace una utilización que bien puede ser positiva o negativa. En el caso de la utilización negativa  muchas veces se viene y se denuncia y se utiliza a la propia herramienta de denuncia como para pretender alimentos provisorios, alejar al presunto agresor de los niños y obtener una respuesta muy rápida y ágil desde el órgano jurisdiccional para cumplir con las pretensiones, no sanas  en muchos casos, de la persona denunciante”.

Lerena se mostró cauto en sus declaraciones y lamentó que esto vaya en detrimento de los esfuerzos que la Justicia debe poner en la violencia real. Razón por la cual, “en breve pondremos en función la Secretaria de Violencia del Juzgado de Familia” concluyó.