Periodismo Ciudadano

El reporte de sustentabilidad - RSE

  • 11/06/2015 • 00:00

Por Cristina López.

También los principios rectores de empresas y derechos humanos de Naciones Unidas, entre otros. Cada uno de los procesos de desarrollo de estas iniciativas aportó nuevas miradas y desafíos que fueron enriqueciendo a las otras en sus distintas revisiones y permitieron profundizar el desarrollo de los conceptos. Así, durante el trabajo de John Ruggie, el concepto de debida diligencia incidió en la ISO 26000, GRI se alineó a la 26000, las directrices de la OCDE incorporaron el concepto de debida diligencia, lo que dio lugar a la creación de decenas de instrumentos para analizar los riesgos operacionales en la cadena de valor. Fascinante para algunos y seguramente amenazante para otros. ¿Pero qué es lo realmente sustancial detrás de todo? Lamentablemente la necesidad de proteger el sistema de desarrollo fragilizado como producto de la desconsideración de la interdependencia existente entre los aspectos económico-social y ambiental. Es por ello que en 2014 el Parlamento Europeo aprobó una segunda directiva presentada por iniciativa de la Comisión Europea sobre divulgación de información no financiera para grandes empresas. Una vez convertida en ley, los 28 países miembros tendrán dos años para integrar esta legislación y las empresas de más de 500 trabajadores tendrán que revelar información sobre sus políticas, riesgos y resultados relacionados con los asuntos sociales y ambientales y, particularmente, sobre la diversidad en los órganos de gestión y de supervisión. El reporte de sustentabilidad, como instrumento de rendición de cuentas de los impactos de las operaciones de las organizaciones, está migrando de lo voluntario y distintivo –en el marco de un proceso de cambio que va a ser global–, lo que ya ha empezado a requerir del desarrollo de nuevas competencias para su “apropiada” elaboración. Pero ¿qué significa lo apropiado, lo bueno, lo correcto? Ese juicio es potestad del observador y lo fundamental es tener conciencia de que a través del reporte nos comunicamos con diferentes categorías de observadores: nuestras partes interesadas.

Un brillante amigo, dueño de un gran escepticismo que expresa con excelente sentido del humor, me desafió más de una vez con las siguientes preguntas: ¿Para qué sirve un reporte? ¿Alguien realmente lo lee? Si solo se publica lo bueno y no se puede tomar en cuenta para la toma de decisiones, ¿qué sentido tiene? Los reportes son parte de un fenómeno comunicativo y por lo tanto requiere de constitutivos previos basados en distinciones lingüísticas que deben conocerse y cuyo sentido debe honrarse para construir la confianza necesaria para que el documento sea reconocido como tal por sus “observadores”. Espíritu de contenidos Ese es el espíritu de los estándares/guías/ instrumentos desarrollados para asegurar los contenidos y la calidad de ciertos procesos y ese es el sentido específico de las guías para la elaboración de memorias de sostenibilidad. En esta línea un “buen” reporte sin duda es aquel que ha respetado los principios de contenido: ha identificado y ha realizado procesos genuinos de participación de sus grupos de interés con el fin de responder a sus expectativas; ha demostrado realizar su desempeño en el contexto más amplio de sostenibilidad, reflejando el modo en que contribuye, o intenta contribuir, a la mejora de las condiciones económicas, ambientales y sociales en los ámbitos local, regional e internacional, consciente de que si se centra únicamente en la evolución de su desempeño individual, o en la eficiencia de la organización, no responderá a esa cuestión subyacente; ha abordado los aspectos materiales, es decir aquellos que reflejen los efectos econó- micos, ambientales y sociales más significativos de la organización, o bien que pueden influir sustancialmente en las decisiones de sus grupos de interés, y refleja sus aspectos económicos, sociales y ambientales de un modo exhaustivo de modo tal que permita a los grupos de interés analizar el desempeño de la organización en el ámbito geográfico del alcance y en el periodo considerado. Siguiendo esta línea un “buen” reporte es aquel que además de los principios de contenido ha respetado también los principios fundamentales de calidad, de modo tal que el proceso sea transparente y permita a los grupos de interés realizar evaluaciones fundamentadas y razonables sobre el desempe- ño de la organización.

Un buen antídoto para el escepticismo de los observadores es sin duda el aseguramiento del principio de equilibrio, y que en honor al mismo se reflejen tanto los aspectos positivos como los que presentan oportunidades de mejora, de modo tal de ofrecer una imagen imparcial del desempeño de la organización. Coincido con mi amigo en que de poco o nada sirve disponer de información de 2011- 2012 en 2015, por lo que resulta esperable que la organización presente la información: a) de manera sistemática, de forma tal que los grupos de interés puedan analizar y comparar los datos relativos al desempeño económico, social y ambiental, con datos anteriores, con los objetivos de la organización o con el desempeño de otras organizaciones, y b) de manera puntual y regular, es decir ajustándose a un calendario que permita saber en qué momento se puede disponer de la información. También es esperable que dicha información: a) contenga el enfoque de gestión que la empresa ha elegido para abordar cada aspecto y presente evidencias de acción e información precisa y pormenorizada, para que los grupos de interés puedan evaluar el desempeño de la organización, y b) que sea los suficientemente clara para que sus grupos de interés pueden comprenderla adecuadamente. Finalmente es esperable que la organización permita someter a evaluación toda esta información con el fin de que un observador externo emita opinión sobre si es fiable y ha sido elaborada respetando los principios de contenido y calidad. Estos principios son los constitutivos previos necesarios para el éxito de este fenómeno comunicacional unidireccional de rendición de cuentas de información no financiera, llamado reporte de sustentabilidad. ¿Difícil? Seguramente, si se piensa como una acción aislada que no tiene que ver con el fin de la organización. Pero indispensable, si se lo concibe como un ejercicio de contribución a la mejora continua fruto de la profundización de las conversaciones que le permiten a la organización identificar espacios de aprendizaje o excelencia que le permitirán construir relaciones significativas y duraderas con todos sus grupos de interes.