Columnistas

Cartas orgánicas: vivir dignamente

Por Alejandro Rojo Vivot. 

20/06/2023 • 16:59

    Una vida digna está signada por cuestiones personales como familiares y el contexto donde se desarrolla, incluyendo la cultura, la situación económica, la seguridad, la política, etcétera.  

Quizá, salvo algunas excepciones, el perseverante empeño y el mérito de cada uno favorecerán el desenvolvimiento individual, como que las interrelaciones comunitarias, la transparencia y eficacia de los poderes públicos, los planes y las instancias participativas por parte de los ciudadanos, etcétera, incidirán de alguna manera en el derrotero general.

El trabajo autónomo, en relación de dependencia o asociado en cooperativas y los aportes al sistema de seguridad social, son las formas constitucionales de generar ingresos para subvenir genuinamente a las necesidades personales como familiares, incluyendo la vivienda digna en un hábitat acorde.

El crónico y acuciante déficit habitacional es parte del gravemente deteriorado hábitat; la protección ambiental debe incluir una visión integral y un inteligente accionar responsable.

Las cartas orgánicas son las normas superiores en cada localidad autónoma elaboradas para su ejecución democrática y participativa, indicando taxativamente las políticas a llevar adelante luego de las reflexiones y debates.

A pesar de lo antedicho, en la tercera década del Siglo XXI, todavía existen habitantes que no gozan vivir en ciudades con cartas orgánicas.

El dejarse estar institucionalmente impacta negativamente en cada individuo favoreciéndose la generalización de la anomia y la baja calidad democrática.

 

ALGUNOS DATOS

“En las zonas de villas y asentamientos el déficit de acceso a la red cloacal llegaba en 2009 al 74,9% de los hogares, lo que muestra que las mejoras en lo que hace al saneamiento de estas áreas se produjeron fundamentalmente en lo que tiene que ver con la conexión a la red de agua corriente pero no así a la de cloacas. Por último, en lo que respecta al régimen de tenencia de la vivienda se evidenció un progreso para los hogares propietarios e inquilinos, pero no así para los ocupantes o con tenencia irregular, 51,8% de los cuales se encontraba sin conexión a la red de cloacas en el año 2009.

En nuestro país el déficit de conexión a la red de cloacas ha sido sumamente elevado a lo largo de las décadas, a pesar de que otros aspectos que hacen a la habitabilidad hayan mostrado mejores comportamientos que el promedio de la región. Entre los años 2004 y 2009 se produjo una reducción del déficit del 40,6% al 31,6% de los hogares. A pesar de este progreso, en 2009 el 35,5% de la población seguía sin conexión a la red cloacal. En nuestro país, la carencia de este recurso es suplida por la utilización de cámaras sépticas, en el mejor de los casos, o pozos ciegos en otros, aunque ninguno de estos dos. (…)

Junto con el acceso a cloacas, los desagües pluviales representan los dos pilares del saneamiento urbano. Estos últimos constituyen un recurso sanitario de gran relevancia debido a que la inexistencia o insuficiencia de ellos son factores que inciden negativamente en la presencia de aguas contaminadas en la superficie y en la diseminación de plagas en los contextos urbanos”. (2)

 

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