Miedo a salir: la pandemia que vendrá en la pospandemia
El coronavirus también causa estragos en el bienestar emocional y mental de las personas. Especialistas explican que hay diferentes reacciones a la hora de transitar la cuarentena "light" cuando el virus ganó la calle.
Justo cuando el coronavirus copó las calles en Argentina, de a poco, se empezaron a levantar las restricciones y, tras más de cien días de encierro, la gente volvió a tener cierta libertad para transitar. Sin embargo, contra todos los pronósticos, no todo el mundo está dispuesto a salir a reconquistar el espacio público que le fue cercenado por la amenaza del virus que puso en jaque a todo el mundo.
Es que, según los expertos, el coronavirus no solo ha afectado la salud física de millones de personas, sino que también ha causado estragos en el bienestar emocional y mental. Las agencias de salud advierten que se aproxima una ola histórica de problemas mentales: depresión, abuso de sustancias, trastorno de estrés postraumático y hasta el suicidio.
“Estamos teniendo gente que tiene miedo a salir a relacionarse con otras personas o a la inversa, tener una necesidad imperiosa por salir a la calle o comportamientos violentos; una serie de manifestaciones que son infinitas, entre ellas tiene conflictos consigo mismo. Va haber que ver si esos cuadros son simplemente momentáneos o van a permanecer en mucha gente como estructura de carácter. Como gente que ya no va a salir y va a restringir su vida social y laboral”, explicó a minutouno.com el psiquiatra y neurólogo Enrique De Rosa.
El hogar se ha convertido en un refugio, a salvo de la enfermedad y en países en algunos países de Europa donde ya no hay cuarentena, se está percibiendo un mayor número de personas angustiadas con la idea de volver a salir, pero esto podría pasar también en la Argentina?
“Convengamos que en un periodo de seis meses de encierro en donde se nos dijo que nos íbamos a morir y se nos acosó constantemente con la repetición de la cifra de muertos por coronavirus, inevitablemente el costo psicológico va a ser grande. No va a ser todo el mundo, pero va haber un porcentaje, ¿cuál es ese porcentaje? lo veremos con el tiempo, pero normalmente los cuadros traumáticos tienen un 20 0 30 por ciento de la gente afectada”, señaló el psiquiatra.
¿Cómo afecta la incertidumbre a la salud mental de las personas?
En Julio, el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA difundió una encuesta a 2.800 adultos del AMBA. Les preguntaron qué término expresaba su estado de ánimo. Dijeron, en primer lugar, “incertidumbre”. Luego, “cansancio”, “temor al futuro” y “angustia”. Ante el pedido de expresar una palabra positiva del confinamiento, señalaron, en primer lugar: “nada/ninguna”. Luego, “unidad/unión”, “paciencia”, “amor”, “valorar”, “familia”. Además, el 49% afirmó que el coronavirus le representa una “gran amenaza”.
La comparación con las peores escenas de la pandemia (los pacientes terminales, las muertes) es útil para revalorizar la vida, pero inhabilita cualquier otro análisis. Las referencias a la “incertidumbre” bastan para ver que, "bien-bien" no está nadie. Por eso, así como fue difícil aceptar el encierro, salir a la calle tampoco es gratuito.
“Realmente fue tan abrupta la adaptación que hubo que hacer, el no no salir de la casa, el distanciamiento; el fantasma que ronda todo el tiempo de que este virus es peligroso, el aislamiento social y la extensión en el tiempo; todo eso hizo que tuviéramos que acomodarnos a vivir todos juntos en un lugar, sin los anclajes externo; como ir al cine, teatro, etc. Hubo que hacer un repliegue que implicó toda una modificación de hábitos, por lo tanto, pensar en salir evidentemente va a costar una nueva reacomodación. Y surgen las preguntas: ¿ me podre contagiar, podría contagiar a otros? Muchos no quieren salir por temor a enfermarse", explicó a este medio la psicóloga Elvecia Trigo.
Por eso, así como fue difícil aceptar el encierro, salir a la calle tampoco será gratuito. “El proceso fue complejo en su reclusión y también lo va a ser en esta etapa de salir de las casas y no va a ser algo sencillo”, dijo Trigo.
Y no lo será para nadie. Ni para los miedosos que ven un campo minado por doquier, ni para los antisociales que encontraron “su lugar” en la cuarentena, encierro que los liberó de una tediosa presión por “participar”; ni para los agobiados por la
“El ser humano necesita de cierta confianza, de cierta estabilidad, de cierta armonía, de cierta certeza, o poder prever algunas cuestiones; por lo tanto esta incertidumbre afecta y muchísimo, pero también va a depender mentalmente la estructura emocional previa de cada una de las personas, de cómo hayan atravesado frustraciones, duelos, pérdidas. La construcción emocional previa tiene muchísimo qué ver en cómo de alguna manera este estado de no saber, va a tener sus efectos en la capacidad de adaptación de cada uno”, precisó la psicóloga.
¿Por qué el pánico también es contagioso?
“A veces los seres humanos funcionamos como en manada y vamos de alguna manera copiando y así como circula el virus también circulan estas ideas de contagio de enfermedad, de muerte. Entonces, en cuanto más nos quieren mostrar los muertos, más la gente se sugestiona. El contagio es realmente rapidísimo a nivel mental, porque justamente inciden el miedo, la incertidumbre, el no saber y el desconocimiento. No hay un mensaje de tranquilidad hay un mensaje más bien de terror de pánico y no un mensaje de poder serenarse de poder armar un eje tranquilizador sin mentir, pero que si hacemos las cosas que hay que hacer evidentemente vamos a estar mucho cuidados y protegidos. El pánico se contagia como el virus, porque el ser humano tiende en su cabeza a ser muy pesimista, muy negativo y muy autodestructivo por momentos”, manifestó la psicóloga.
Según el informe de la UBA, la incertidumbre constituye el núcleo cognitivo-emocional sobre el que se anclan y desarrollan el conjunto de las emociones negativas, que crecen al amparo de las incertezas que invaden todos los aspectos esenciales de nuestras vidas.
Para el neurólogo De Rosa, “desde el punto de vista psicológico, la angustia dio paso a cuadros de enclaustramiento o de psicotrauma que son los que sin duda veremos durante varias décadas. Los niños, los ancianos, los adolescentes, cada uno manifestó aparte de su situación y malestar particular conflictos ligados a su franja etaria. La lista de lo que vemos a cada edad es innumerable”.
Y agregó: “En el plano de lo social, el incremento de situaciones de violencia, también es algo que ya comenzó y será difícil de desterrar, más cuando otra variable la economía que se separó artíficamente del bienestar, sufre de manera única".
Se empieza a generar un cambio de paradigma en todas las áreas de la sociedad. El distanciamiento social incrementó las grietas, en una sociedad fragmentada y en conflicto, y así aparecieron bandos que acusan, estigmatizan o delatan al otro”, manifestó.
¿Cómo nos volveremos a presentar en público después de tantos meses de encierro?
Están en juego “desde cuestiones físicas y estéticas hasta aspectos relacionados con los cambios psíquicos. Porque, más allá de que el teletrabajo demande alguna rutina, algo de la sociabilidad se postergó, indefectiblemente. Después de todo, el encuentro offline con los otros exige normas relacionadas con la higiene, la ropa, los accesorios, el maquillaje y todo elemento que evidencie que somos cuerpos físicos, que ocupamos espacios y producimos efectos en presencia de otros”.
La pandemia es mundial, pero el atravesamiento es singular. Unos son desafiantes y ostentan sus transgresiones, mientras que otros son temerosos. La complejidad está en cómo nos ubicamos frente a la norma.
Pero según De Rosa, no todo es negativo y afirma que las emociones positivas son fundamentales, resalta: "Es una excelente oportunidad para replantearse cuestiones existenciales que antes uno sólo podía plantearse en teoría. Qué estamos haciendo con el espacio de vida que nos queda. Es una excelente oportunidad que espero no volvamos a tener".
“En este gran experimento social solo nos queda entender y aceptar lo que puede pasar, para inclusive usarlo para forjar otra sociedad mejor, asumir los costos pasados, afrontarlos, y tender a una sociedad más armónica”, señaló el neurólogo.
En síntesis, desde la perspectiva de la salud mental, la cuestión clave que debería abordarse es el diseño e implementación de un programa de salud mental integral con el objetivo de contener y mitigar el malestar psicológico que están experimentando la mayoría de los argentinos.
Está claro que el tiempo juega en contra, y que cuanto más vivamos en esta situación de reapertura y de vuelta a la restricción de actividades, en medio de la cuarentena como única medicina contra el coronavirus, más graves serán las consecuencias sobre la salud mental, acrecentándose el riesgo de que los indicadores de malestar psicológicos deriven en crónicos y luego sea mucho más compleja y difícil la reversión de la situación.
Fuente Minuto Uno.