Malvinas

Juana Soria presentó su libro “Desde el Balcón de la Orilla”

En la tarde de ayer, la escritora ríogalleguense Juana Soria presentó su nuevo libro “Desde el Balcón de la Orilla”, un libro cuyos relatos se encuentran contextualizados en la provincia de Santa Cruz durante el suceso histórico ocurrido en el año 1982, hecho que marcaría un antes y un después en la historia argentina.  

  • 06/04/2022 • 08:36
Juana Soria es una galardonada escritora.
Juana Soria es una galardonada escritora.

Juana Soria es una galardonada escritora a nivel nacional e internacional y docente oriunda de la ciudad de Río Gallegos. Juana decidió continuar su vida en la ciudad de San Julián durante 33 años y actualmente reside en la provincia de Córdoba. En la tarde de ayer, Juana presentó su nuevo libro “Desde el Balcón de la Orilla” en la biblioteca “Sofía Vicic de Cepernic”, el cual nace como producto de la necesidad de la escritora de dejar plasmado un testimonio de cómo los pobladores de la zona sur de la Patagonia Argentina vivieron aquellos turbulentos días durante la gesta de Malvinas.

En diálogo con TiempoSur, Juana Soria habló acerca de su libro, el cual fue declarado en Río Gallegos de interés municipal, y lo que la impulsó a plasmar sus historias en estas páginas: “Yo sentí la necesidad de que las nuevas generaciones sepan cómo nosotros vivimos de este lado de la orilla del continente esa gesta de Malvinas, ese tiempo que fue tan duro que, de golpe y porrazo, un pueblo tan pequeño y tan tranquilo como nosotros, en donde de pronto apareció un hércules y bajó 800 muchachos de una sola vez. Así fue que cada familia fue adoptando por lo menos un soldado en su casa. A mi casa solían ir al menos 10 muchachos, los días miércoles y sábados ellos tenían franco así que era el día que iban a tomar mate o hablar con sus familias por teléfono”, contó Juana.

 

La historia bajo la alfombra

“Yo viví en Puerto San Julián más de 35 años, y allí me tocó vivir la guerra de Malvinas. Yo tenía mis hijos chicos. Éramos docentes y vivimos con mucha intensidad toda la gesta de Malvinas. Viví palmo a palmo los acontecimientos y recordatorios de estos cuarenta años y la herida sigue abierta y sigue viva. La prioridad es que la gente joven sepa que pasó, pero los adultos tenemos la obligación de contárselos, sobre todo los que estamos en la literatura, tenemos que empezar a sacar esas cosas de debajo de la alfombra, aquellas cosas que no nos contaron, que no nos dijeron y que nosotros nos quedamos tranquilos pero que ahora que sabemos que hay cosas bajo la alfombra hay que empezar a buscar, a descubrir y enterarse que pasó. “Desde el Balcón de la Orilla” es más que nada un grito de argentinidad, de decir que las Malvinas son argentinas”, agregó la escritora.

 

“La Tiscornia”

Uno de los personajes resonantes en la provincia durante el conflicto de Malvinas fue la docente comúnmente llamada “  La Tiscornia” quien se encargó, inclusive antes de que el mismo ocurriese, de comenzar a malvinizar las islas: “Valentina Tiscornia era una profesora que, al principio, le decíamos la “vieja Tiscornia” porque era tan estricta, tan recta y tan exigente que algunos, en cierta medida, le teníamos temor. Ella, a pura vida y conocimiento, nos fue mostrando como era la Argentina y cómo teníamos que estudiar la geografía” rememoró Juana.

 

Relatos de guerra

Durante el conflicto de las Islas Malvinas, Juana fue una de las vecinas de la localidad de San Julián que albergó a los jóvenes soldados en su propio hogar para que estos pudieran descansar, despejarse y olvidar, aunque sea unos momentos, del horror que les tocaba vivir día a día: “Yo tenía mis tres hijos chiquitos y, cuando los fui conociendo (a los soldados) ya venían de a cuatro o cinco, e inclusive seis. Nunca vinieron los diez, pero solían ir diez. Y ellos, lo primero que sabían, era que tenían que dejar el armamento arriba del modular. Yo tenía hijos de 7,5 y 1 año. Los muchachos lo que contaban era que hacía un poco de frío (en Malvinas) e inmediatamente mi marido recorrió el pueblo pidiéndole a la gente amiga calentadores de metal. Los llenó de querosén y así estuvieron con la carpa más calefaccionada. En casa teníamos dos camas con colchón. Agarramos, se las llevamos a la carpa, pero con la condición de que uno era para el cabo, para el jefe, y la otra era para los soldados. O sea que había uno de los jefes que se iba al piso, como todos los otros. También recuerdo que uno de esos muchachos jugando al fútbol, porque trataban de distenderse también, se esguinzó el pie. Cuando llegó a medias con su pie dolorido lo mandé a bañarse con agua caliente y lo llevé al médico. Yo no sabía lo que para él significaba ese baño, y realmente fue importante, porque dijo que lo relajó y lo disfruto, ¡imagináte que nosotros en San Julián teníamos agua cada dos o tres días! Un baño de inmersión con mucha agua era todo un tema. Todas esas cosas los muchachos lo valoraron y no sólo en casa, si no en todas partes, en todas las casas de San Julián hubo ese tipo de acogida con ellos”, contó Julia.

“Durante el 2 de abril, los actos fueron muy emotivos. En la noche de vigilia se les regaló a los 36 ex combatientes una bufanda blanca en conmemoración a todas esas madres, abuelas, novias y hermanas que tejieron. Y al otro día en el acto de Malvinas los ex combatientes les regalaron al coro su pañuelo color naranja. Fueron momentos sumamente emotivos de un dar y recibir mutuo. Realmente feliz de lo vivido y de poderle transmitir a las nuevas generaciones lo que nosotros pasamos y lo que sigue pasando hoy”, concluyó.