La última entrevista y el homenaje en vida para “Flecha”
José nos dejó tras combatir durante años con una complicada enfermedad, pero quedará en el recuerdo como uno de los mejores futbolistas y formadores de talentos en la historia de Río Gallegos. TiempoSur le hizo la última gran entrevista y el homenaje en vida.
Durante buena parte del 2019, TiempoSur realizó un ciclo de entrevistas con grandes protagonistas del deporte que tuvo como primera historia la de José Benigno “Flecha” Vera, una verdadera leyenda del fútbol del club Independiente, porque no sólo fue uno de los mejores jugadores de su historia, sino porque luego transitó décadas transmitiendo todo lo que él aprendió.
José nos dejó el jueves luego de luchar contra una complicada enfermedad, pero quedará en el recuerdo de todos.
Y en abril del año pasado, José recibió a TiempoSur en el gimnasio de Independiente, el club de toda su vida.
Lo hizo junto con su mujer, sus hijas y uno de sus nietos.
En aquel momento, lo hizo a pocos días de cumplir años y una semana antes de viajar a Buenos Aires, más precisamente al Hospital Posadas, donde se trataba de Parkinson, la enfermedad hereditaria que le complicó la vida.
Con 50 años en el club, José de enganche, de centro delantero y también de “wing derecho”, antes de ser un técnico reconocido de la institución y el fútbol de Río Gallegos; sentado en una mesa del club, rodeado de recortes de diarios que pudo ir recopilando durante su vida; él protagonizó la entrevista que comenzó de la siguiente manera: “Los recuerdos que uno tiene y a los que no le da mucha importancia cuando es joven, pero que valora al transcurrir los años, porque la misma familia y los amigos te preguntan si es cierto que uno jugó al fútbol y que viajó por eso. Uno no ha sido muy apegado a este tipo de trabajos, porque cuando uno vive de recuerdos, se pone nostálgico, pero me animaron a hacerlo y he ido a los diarios, a la Cámara de Diputados y a la biblioteca, donde tienen archivos de diarios”.
SUS INICIOS
“Flecha” nació en Punta Arenas, pero al año sus padres se mudaron a Ushuaia, donde él recuerda haberse iniciado en los típicos “potreros” que en aquellos tiempos “había por todos lados”.
“Allí jugábamos con la pelota de goma o de plástico, porque la de cuero era muy cara. Así que empezamos en el barrio, en campos de tierra o un poquito de pasto, aprendiendo la técnica que tanto cuesta enseñar hoy. Nosotros jugábamos hasta las 11 de la noche porque en el Sur los días de verano son larguísimos y era lo único que teníamos de esparcimiento era eso. Entonces, ¿cómo no ibas a aprender a cabecear o a controlar la pelota? Lo mismo pasó cuando llegué a Río Gallegos, con el tiempo crecimos y apareció a jugar primero en el Club Río Gallegos, donde estuve un año porque todavía no existía Independiente, pero luego se forjó la Tercera División con chicos de hasta 17 años, así que empezamos a juntarnos y armamos un equipo competitivo con los chicos del barrio, forjando el nacimiento de Independiente que luego tuvo una Segunda División que ganó el campeonato y ascendió a Primera División”, relató.
Luego José contó que más allá de jugar bien o mal, tuvo la alegría de jugar al fútbol, de juntarse con los amigos y también que algunos equipos lo llamaran para jugar como refuerzo en los campeonatos regionales, como el Boxing Club.
“Éramos tres los que siempre estábamos con Korica Mansilla y Javier Águila, con quienes pudimos conocer toda la Patagonia”, indicó.
Sin embargo, asegura que nunca se durmió bajo “ese prestigioso comentario de la hinchada”: “Sí aprendimos a hacer cosas que nuestro momento futbolístico nos ayudaba para explotar un poco más, pero siempre comportándonos de forma educada, sabiendo lo lindo que siempre es el elogio, pero sin creernos algo más de lo que somos acá en el Sur. Yo jugué casi veinte años y con la posibilidad de hacerlo durante más tiempo, pero venían chicos muy interesantes abajo y no quería molestar”.
EL PASO A DT
Tras su híper exitosa carrera como jugador, decidió trabajar con los más chichos en el club que lo vio crecer.
“Los que pasaron por acá, saben cuál es mi música. Lo que te puedo garantizar es que para dirigir chicos hay que estar preparados permanentemente porque hay que respetarlos”, aseguró.
Recordó que, cuando decidió dirigir chicos, no tenían quién los ayudara o les diera una base para ir progresando, por lo que había un poco de improvisación y cada uno hacía lo que podía de acuerdo a sus méritos, sus conocimientos y su manera de ser.
“Yo siempre me lo tomé con mucha seriedad y salí de casa con una mochila muy pesada, que era la de los valores de vida, porque yo no puedo venir al club y ser distinto al que soy en casa. Tengo que ser el mismo y ese respeto lo manejé siempre con los chicos y los papás, a quienes tenía que tener un poquito más lejos para que no me hagan el equipo, jaja. Pero todo lo hice con mucho amor, porque a los chicos hay que formarlos como jugadores y como personas para que crezcan con la alegría de hacer un deporte y la familia tiene que acompañarlos”, afirmó.
“Flecha”, como lo conocieron todos en la ciudad, indicó que al chico hay que prepararlo por si llega más alto y prepararlo por si se lesiona, por si se enferma y también prepararlo por si tiene mucha ilusión y no le toca llegar a Primera, aunque advirtió que “el fútbol de la Liga Sur está un poco quebrado” y que se está trabajando para volver a “crecer un poquito más”, aunque se hace muy difícil.
El paso del tiempo y el cambio de muchas costumbres es algo que a José no le caía nada bien: “Yo noto que hay una desculturización de temas a los que a nadie le importa. El deporte está bajísimo, el teatro no existe y los cantantes se van a Comodoro para hacer sus shows, así que hay que ponerse un poco los pantalones largos para que eso no se pierda porque los chicos, con cierta libertad, se pueden desviar para cualquier lado”.
Sostuvo que hoy hay mucho apuro para todo, también para ganar como sea y que al “pibe” no se les enseñan las etapas que tiene que cumplir.
“Acá me copio de un gran preparador físico como es Gerardo Salorio, quien dijo que no hay que apurar a los “pibes” y no hay que pasar del invierno al verano, porque está la primavera en el medio y los chicos tienen que cumplir toda esa etapa para poder crecer y el entrenador que está en el manejo de los chicos tiene que seguir aprendiendo porque los chicos exigen cada vez más. Hoy los chicos tienen celular, la música y diferentes pasatiempos para no molestarse en asistir a entrenar, por lo que hay que buscar la forma para que se acerquen al deporte. Y nosotros somos ese nexo entre la familia y el deporte”, advirtió.
SU LUCHA
Consultado sobre el momento en que en aquel momento pasaba en el club, José indicó: “Hoy estoy de molestoso, jaja. El presidente y el vicepresidente del club me han hablado para que venga cuando quiera, porque hoy estoy pasando por una situación por una enfermedad que es grave y no es tan grave que heredé de mi padre, que es el Parkinson, pero mis hijos se pusieron a laburar para que pueda viajar a Buenos Aires, al Hospital Posadas, donde tienen un tratamiento para recuperar a un enfermo de Parkinson, así que haré el tratamiento que no implica muchos días y en este caso, además de mi familia, los amigos se portaron 10 puntos, así que no tengo palabras de agradecimiento. Tengo un “gracias” como el corazón de cada uno de ellos que tienen un corazón muy grande, así que voy con toda la fe de ellos, con mi fe y el respaldo de toda la gente que colaboró, más la que no colaboró porque no pudo por distintos motivos, pero estoy eternamente agradecido y creo que voy a volver. Y si vuelvo bien, otra vez me meto en el lío de los pibes”.
Tanto en esta entrevista, como en la vida misma, José siempre estuvo acompañado por su mujer, Mary, a quien valora inmensamente: “Mi señora ha sido muy importante porque se la tuvo que bancar toda la vida, aunque yo tenía mi horario para el fútbol y mi horario para la familia, así que no le robé tanto tiempo. Pero ella y mi familia entendieron que el fútbol es parte de mi vida y que este club hoy es mi casa. No sé si mi segunda casa o la primera, pero se han portado muy bien”.
En ese momento sus ojos se rodearon de lágrimas y es para recordar a dos personas muy especiales: “No puedo dejar de recordar a mis padres. Mi viejo fue el que me acompañó siempre y la vieja siempre quería que estudiara. Yo no le hice mucho caso, pero al final comprendió que sin estudiar igual podía trabajar y acá estamos, siguiendo con el amor al fútbol y a Independiente, club del que me enamoré desde muy joven porque me podría haber ido a otros equipos, pero me fui enamorando y a los 23 años decidí quedarme para siempre en Independiente. Hoy sólo quedamos Gumercindo Pacheco y yo”.
EL MENSAJE
Para finalizar, contó qué le dejó el fútbol en su vida: “Me dejó la familia, me dio la oportunidad que mi mamá y mi papá me vieran, porque mi viejo una vez me fue a ver, algo que era muy difícil, y me dejó educación, formación, respeto y solidaridad para entregarse por entero a un chico, dándole todo lo que uno sabe para que no lo sorprenda la vida. También me dio la calidez de los amigos que todavía tengo y no ser fanfarrón, conociendo personas como mi maestro Juan Carlos Gargaglione, quien me dio muchas enseñanzas para poder hablar un poquito mejor de lo que es el fútbol. Además, el respeto que te tiene la gente por la forma en la que uno ha trabajado. Si antes uno sabía algo, ahora sabe un poquitito más y eso indica que no le has errado en el camino, en el concepto de vida”.
Su contención
Desde siempre se dijo que detrás de un gran hombre hay una buena mujer y en este caso José siempre tuvo el apoyo de Mary, con quien se conoció en el club y fue para siempre.
Y eso fue lo que contó justamente Mary: “Yo a José lo conocí acá, en el fútbol, en el año 1972, anduvimos “noviando” y son tantos años, pero para mí es como si hubiéramos empezado hoy”, indicó con ojos de una mujer completamente enamorada.
Luego agregó: “Es una buena persona, un buen padre, un buen esposo que siempre estuvo al lado nuestro porque el deporte era una cosa y la familia era otra. Si yo en todos estos años hubiera tenido una queja sobre él, no estaría hoy acá, así que no tengo palabras. Además, es el mejor jugador, jaja. Yo lo conocí viéndolo jugar y acá en un baile durante el casamiento de la hermana de José con un vecino. Desde ese momento no nos separamos nunca más”.
Sobre José también habló su hija Gabriela, quien recordó: “Por ser la mayor, siempre fui como la compañera de mi mamá, porque mi papá dedicaba mucho tiempo al fútbol, lo que implicaba viajes al interior, a Chile y algunas escapaditas que no contó (risas) cuando mi mamá le decía: “Ya viajaste la semana pasada”, pero él viajaba igual.
Ella contó que José “nunca estaba cansado” y que siempre tenía un tiempo para sus hijos al llegar a casa después del fútbol.
“Le enseñó a sus dos hijos varones y a su nieto, es que mi hijo mayor hoy tiene 24 años, con los mismos valores y la misma escuelita, porque creció en este club. Y también a Faustino, que es mi sobrinito, que tiene cinco años, al que no le gusta mucho el fútbol, pero viene a básquet y sigue con el club. Para nosotros, el club es como nuestra segunda casa. Es venir y entrar porque siempre tenemos la puerta abierta. Eso es lo que mi papá nos deja siempre presente”, aseguró.
Luego habló María José, otra de sus hijas: “Yo siempre digo que en mi casa la única que sabe de fútbol soy yo, gracias a mi papá, porque no jugué al fútbol, pero siempre nos crecimos entre camisetas, conos, pelotas, arcos, en casa se lavaban las camisetas y si hay algo que estaba referido al fútbol, siempre pasó por mi casa”.
Tras ello, agregó: “Hay algo que siempre voy a recordar y es que nosotros nunca tuvimos auto, recién ahora. Sí tuvimos un Renault 12 viejito, pero siempre vi como mi papá cargaba las cosas al hombro y eso era amor al deporte. Cargaba su arco, sus conos, su bolsa de pelotas, sus remeras, el agua y todo lo que hacía falta. Y si tenía que caminar 45 cuadras con eso lo hacía. También recuerdo que había un montón de pequeños a los cuales sus papás no los podían buscar en la cancha y él les decía: “Yo te llevo”, y se pagaba un taxi con su plata, porque eso siempre fue así, y llevaba a cuatro o cinco chicos para que pudieran jugar al fútbol y yo creo que hay poca gente con esa vocación, ese servicio y esas ganas de enseñar. Eso es algo que siempre recuerdo y no veo alguien que haga lo mismo”.
EL PRIMER HOMENAJE
El 10 de enero de 2012, el club Independiente sufrió una pérdida irreparable y fue la del hasta entonces presidente, Juan Carlos Cárdenas, quien amaba al club y falleció de un infarto justamente mientras regresaba a trote del predio que posee la institución en zona de canteras, camino al autódromo de la ciudad.
Pero, un par de años antes, el 21 de marzo de 2010, Juan Carlos se dio su gran gusto como dirigente y fue el de inaugurar la cancha del club, y con esa inauguración homenajeó en vida a José Benigno “El Flecha” Vera, porque así se llama desde entonces la cancha del club Independiente. Aquella fue una jornada cargada de emociones, en la que Cárdenas contaba: “Flecha” Vera es un tipazo, un amigo, compañero, padre y hermano. Un hombre con el que tuve la suerte de jugar en el mismo equipo, tuve la suerte de que ser dirigido por él y la suerte de que haya dirigido a mis hijos, por lo que está totalmente identificado con el club. Él estuvo en las buenas, en las malas y en las regulares, porque muchas veces anduvo con pelotas al hombro y era para llevar chicos a jugar, y por eso se merecía este homenaje”.
EN VIDA
Vale decir en esta historia que los homenajes se realizan en vida y eso fue lo que realizó TiempoSur a fines de mayo del año pasado, en el torneo aniversario de Tiempo. Fue en una jornada del 25 de mayo, que comenzó tempranito, a las 10:00 para terminar pasadas las 22:00, pero en el medio estuvo el acto que comenzó con un merecido homenaje a José Benigno “Flecha” Vera, la leyenda del fútbol local que durante su carrera como jugador dejó una huella imborrable y como formador de talentos se encargó de transmitir conocimientos a miles de chicos, logrando un nivel excelente en ellos.
Aquel día, el director del diario TiempoSur, Leopoldo Kalmus, entregó la plaqueta a José que llegó acompañado de toda su familia.