San Lorenzo superó 1 a 0 a Rosario Central
Como en Santiago del Estero frente a Central Córdoba, el Ciclón hizo la diferencia con la media distancia; Russo obtuvo 10 puntos sobre 15 desde su llegada.
En las últimas dos salidas de visitante, San Lorenzo encontró el atajo a la victoria, acortó el camino. A falta de juego elaborado, se apoyó en la solidaridad colectiva y en un par de bombazos de media distancia. En Santiago del Estero fue Ezequiel Cerutti el que puso la dinamita con un cañonazo de 37 metros para el 1-0 sobre Central Córdoba. El paso por el Gigante de Arroyito, además de la cuota emotiva para Miguel Ángel Russo por el regreso al lugar en el que dirigió hasta hace unos meses y donde es considerado un prócer, tuvo para San Lorenzo otro sabor a pólvora con el impresionante derechazo de Nahuel Bustos para romper un encuentro parejo, en el que el Ciclón no hizo más méritos ni tuvo más argumentos futbolísticos que Rosario Central, pero resolvió con potencia y contundencia.
De a poco, con la consigna de ser un equipo compacto, que nunca hipoteca la fiabilidad defensiva en aras de aventuras en ataque, Russo va a sacando a San Lorenzo de la depresión en la que lo encontró. Con el nuevo entrenador obtuvo diez de 15 puntos disputados, con tres victorias, un empate y una derrota. El Ciclón está lejos de todo, inclusive de la clasificación a las copas continentales, pero necesita que desde la cancha surja la serenidad y las señales positivas que no encuentra en el nivel institucional, jaqueado por decisiones desacertadas y apremios económicos.
“Miguel (Russo) nos dio mucho orden, es algo que nos faltaba. Nos ayudó a encontrar una estabilidad que no teníamos”, dijo el arquero “Chila” Gómez, en una síntesis que radiografía con bastante exactitud la actualidad de un equipo al que no le sobra nada, pero está aprendiendo a disimular sus carencias. Central terminó malhumorado, por la derrota y por sentirse perjudicado por el árbitro Héctor Merlos. Espera cambiar el estado de ánimo a partir del lunes, cuando será presentado oficialmente Ariel Holan como nuevo entrenador, en reemplazo de Matías Lequi.
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Una jugada puntual y muy polémica dividió futbolísticamente el primer tiempo, influyó en el rendimiento de los dos equipos. Perturbó a Central y espabiló a San Lorenzo. Y enfureció en las tribunas a los miles de hinchas del Canalla. Iban 22 minutos cuando Ibarra, desde atrás, anticipó a Nahuel Bustos, en una acción en la que hubo contacto físico, pero dentro de lo lícito, sin que pudiera considerarse foul. La pelota le llegó a Gómez, que buscó la entrada por la izquierda de Malcorra, autor de un zurdazo cruzado junto a un poste. Un lindo gol, por la aceleración y la definición.
Merlos lo convalidó, pero fue llamado por el VAR, a cargo de Fernando Espinoza. Tras la revisión, el juez sancionó falta, por sus gestos indicaba que hubo una carga a la altura de la espalda de Ibarra sobre Bustos, dolorido en el piso, pero por un golpe en el pie izquierdo. Merlos volvió todo atrás, marcó infracción y alteró los ánimos de Central. Paradójicamente, dos días atrás, Espinoza, como juez de campo, tampoco le otorgó a Platense un gol contra Riestra por un foul casi igual de inexistente que el que ahora encontró en la sala del VAR.
Esa jugada empezó a diluir la leve superioridad de Central, que dominaba el medio campo con “Caramelo” Martínez, Gómez y Malcorra. De arranque llevó algo de peligro con un par de desbordes por la derecha del juvenil Duarte. En cualquier caso, no había manera de que Copetti encontrara el lugar y la jugada para reconciliarse con el gol; desde su incorporación a Central, que pagó más de cuatro millones de dólares por su pase, tiene un tanto en 22 encuentros.
San Lorenzo tuvo un arranque muy apagado, como si acusara la ausencia de Iker Muniain, descartado por una molestia en el aductor derecho tras los ejercicios de la mañana. Se actuó más por prevención, no es una lesión que llegue a preocupar. “En la semana volverá a trabajar normalmente”, dijo Russo tras el encuentro. Pero lo cierto es que San Lorenzo extrañó al navarro, que venía ejerciendo un poco de faro futbolístico en un equipo de muy pocas luces.
El desarrollo tenía varios pasajes anodinos, con imprecisiones y escasas jugadas bien hilvanadas. San Lorenzo mostraba poca ambición, estaba contenido. No aparecía Bustos, en cuya llegada hay cifradas esperanzas que empezaría a justificar en el segundo tiempo; Cerutti -influyente en los dos cotejos anteriores- y Leguizamón quedaban aislados, y Cuello era absorbido por los marcadores centrales.
Quizás alterado por el fallo de Merlos (amonestó a Broun por protestar), Central perdió el hilo del encuentro; San Lorenzo se animó un poco, encontró espacios en el repentino desorden local. Un remate de Cuello, asistido por Bustos, rebotó en Barbieri y por poco no se metió junto a un poste. Lo más destacado del Ciclón en el primer tiempo fue en el cierre, con un disparo desde fuera del área de Remedi que exigió una gran atajada de Broun.
La segunda etapa siguió trabada, espesa. Lequi buscó más profundidad y desequilibrio individual con la entrada de Campaz. Vombergar reemplazó a Cuello en busca de una presencia en el área que San Lorenzo no tenía. El desarrollo caía en un pozo, hasta que Nahuel Bustos exprimió una de sus mejores virtudes: la pegada de larga distancia. Ibarra se demoró en una salida y desde atrás Vombergar le tocó una pelota que llegó a los pies de Bustos, que le entró con potencia desde fuera del área, inalcanzable para Broun. Quedaban poco más de 20 minutos y San Lorenzo supo ponerle hielo a un rival ya abatido. Incluso estuvo cerca del 2-0 con una corrida de 50 metros del “Perrito” Barrios. Un destello en un San Lorenzo con el fogonazo de Bustos.