Liga Independiente

Un nuevo hecho de violencia se vivió en el arranque de la nueva temporada de la Liga Independiente de Fútbol de los Barrios. En el primer episodio ocurrido este año, un jugador de Orteguita Juniors atentó contra el árbitro del partido. La cosa empezó mal pero, al menos, terminó cómo debía. El encuentro fue suspendido y el agresor, informado. También, claro, suspendido.

No hay motivo que justifique un hecho de violencia. En la vida, tanto como en el deporte, ningún motivo. Los violentos, violentos son y no necesitan de ninguna razón para violentarse. En el partido en cuestión, Orteguita Juniors ganaba 1 a 0 frente a Huracán Santacruceño en el momento en que se produjo la agresión al árbitro. Poco interesa, en verdad. Los del Soldado terminaron perdiendo ese encuentro en el escritorio. Lo que pasó llevó a los árbitros a intentar frenar la cosa temprano. Para eso se tomaron una jornada de reflexión, buscando acuerdos en las posibles soluciones de este problema. Para que, en el futuro inmediato y a largo plazo, no vuelvan a repetirse. Durante un día no se jugó ninguno de los partidos que estaban programados. Que eran muchos, por cierto. A las 48 horas la pelota volvió a rodar, con el compromiso de todas las partes de seguir pensando alternativas que lleven a evitar hechos de violencia, de cualquier tipo, en las canchas del fútbol barrial.

Algunas semanas después la historia se repitió. Antes había sido en la cancha de ADOEM y en la categoría Primera B. Ahora fue en el estadio de Ferro YCF y en la C. Jugaban Atlético Salta y Ahoniken. Ambos llegaban a este encuentro con un partido disputado cada uno. El norteño había perdido en el debut con SOEM. Por su parte, el estreno del Indio había sido con victoria. Ante Juventud Unida ésta. Los dos estaban necesitados de la victoria, por diferentes razones pero casi obligados a ganar de todas maneras. Fue un partido caliente. Desde el mismo puntapié inicial. Característico de la C. Friccionado al límite. El viento, de fuerte intensidad, no ayudó y echó más leña al fuego, como quien dice.

En el resultado, para colmo, la cosa fue cambiando y esto agitó, si se permite, el trámite. Ahoniken empezó ganando. Fue la única vez que el Indio estuvo arriba en el tanteador. Salta empató y pasó al frente con un penal bien cobrado, pero que igualmente generó polémica. Como siempre. La temperatura empezó a subir. Ahoniken empató, lo pasó a perder de nuevo y lo volvió a empatar. El volcán estaba a punto de ebullir. A falta de cinco minutos para terminar el partido, otra vez Salta tomó el liderazgo en el marcador. Pasó a ganar 4 a 3. Un tiro libre posterior a favor del norteño volvió a generar otro foco de conflicto. Verbal siempre. Entre los jugadores de Ahoniken y el árbitro principal, claro. Un supuesto insulto hizo que terminara de manera anticipada el partido. Al reloj le quedaban un par de minutos todavía. No se jugaron. El árbitro y sus colaboradores se metieron al vestuario. También lo hicieron algunos jugadores y allegados de Ahoniken. Según los testigos, hubo agresión hacia el colegiado. La misma terminó, con un informe, en el Tribunal de Disciplina de la A.I.F.B.. Los miembros de este cuerpo se movieron rápido y en cuestión de horas resolvieron el caso. La sanción fue dura. Esperan que ejemplificadora también. Los jugadores y asistentes de Ahoniken involucrados en el caso no podrán jugar por varios años. Alguno, incluso, nunca más. Además, el club fue apercibido y multado. No conforme con esto, la Comisión Directiva de la A.I.F.B. también optó por caerle a la institución infractora y fue por más, expulsándola por completo de la competencia barrial. Es decir que, y tal cual reza el boletín emitido por la A.I.F.B., el equipo, cuerpo técnico, dirigentes y socios quedan inhabilitados para poder participar en temas inherentes o relacionados a la Asociación. Lo que pasó fue polémico. Repudiable. La decisión de la A.I.F.B., para algunos, también está dando qué hablar. El debate está abierto.