Riogalleguenses visitaron al primer equipo de Defensa y Justicia

Historias que merecen ser contadas. "Un amor que no conoce fronteras". Así, esta familia de Río Gallegos describe la pasión que los une con Defensa y Justicia de Florencio Varela. Es que se dice en el ambiente futbolero "hinchas de Boca y de River hay en todos lados". Le agregamos que del "Halcón" y a más de 2.500 km, también.
Por herencia familiar, mágica y sin mucha lógica ni explicación, Leonardo es "nacido y criado prácticamente en los tablones del Estadio Norberto "Tito" Tomaghello, de Florencio Varela", transmitió en los genes, entre otras cosas, el amor por los colores. Juani y Tomy, sin dudarlo un instante, aceptaron y adoptaron el mandato ancestral, y en cada picado del cole, del barrio o en el club, lucen la camiseta amarilla con vivos verdes de Defensa.
La distancia, lejos de apagar la llama que los une y unirá de por vida con su equipo, solo es un aliciente para saber que ese reencuentro sagrado, siempre va a llegar. Y así fue. Temprano, para de paso "pispear" toda la práctica, los tres hinchas más australes se hicieron presentes en el predio de Defensa y recibieron la bendición divina del, polémico para cierto sector del ambiente futbolero, y un ídolo sin matices ni precedentes para ellos, Sebastian Beccacece.
Con la llegada de cada vez más jugadores, las emociones y las lágrimas se apoderaron de los más pequeños de la familia. Principalmente de Juani, que con sus jóvenes 10 años, vivió la página más gloriosa del club, cuando allá por el 2021 su equipo se quedó con la Conmebol Recopa Sudamericana tras superar nada más y nada menos que a Palmeiras en Brasil. Aquella noche histórica tres hinchas "coparon" la emblemática esquina de Kirchner y San Martín. Los mismos hinchas que en sus vacaciones de invierno fueron a ver al club de sus amores.
Las fotos siguieron, hasta que, en un acto de una profunda devoción y admiración, y que emocionó a todos los presentes, Juani, el gran protagonista de la práctica matutina en Varela, sacó de entre sus pertenencias un muñeco de plastilina, hecho con sus propias manos, que emulaba a Nicolás "Uvita" Fernández, delantero e ídolo de defensa.
El jugador tomó ese preciado presente entre sus manos como si fuera un tesoro que el destino ponía frente a él. Por un momento se hizo un silencio mágico y el fútbol, ese motor que genera pasiones inexplicables, los hizo a todos terrenales, a todos un poco más humanos y por sobre todas las cosas, muy felices. Los protagonistas, ahora, pidieron una nueva ronda de fotos, pero esta vez con el "mini Uvita" en la postal.
El deporte despierta cosas maravillosas en todos quienes somos parte de él. Está en cada uno, aferrarse o ir en búsqueda de eso que nos haga felices, aunque sea por un instante. Como lo fueron y lo serán, a partir de esta vivencia y del amor por la camiseta, Leo, Juani y Tomy Abrahan.