Salud

Cosecha terapéutica

Los pacientes de Adicciones y Patologías del Consumo del Hospital trabajan en una huerta terapéutica. Cultivan todo el año y venden a la comunidad. Paciencia y perseverancia en un trabajo para que nadie se sienta solo. 

  • 10/05/2019 • 10:13

Paciencia y perseverancia es lo que se necesita para cosechar y son los aspectos que se busca inculcar a través del Taller de Huerta Terapéutica, en el cual trabajan los pacientes del Departamento de Adicciones y Patologías del Consumo del Hospital SAMIC, en El Calafate.

Este proyecto surgió en el marco del trabajo intersectorial entre el CIC Formenti y el SAMIC, a mediados del 2017 y no se ha detenido hasta la actualidad.

Quien tomó la posta en la coordinación del taller fue la técnica Mariela Zalas, Acompañante terapéutico perteneciente al equipo del Departamento antes mencionado, y fue ella quien contó cómo trabajan en este espacio, el papel que juega cada uno allí, y el mensaje que se busca transmitir a través de esta huerta. Todo, llega hasta el vecino calafatense, ya que compran los productos que elaboran.

Poder encontrarse

Al hablar sobre el espíritu de este taller, Zalas manifestó que se busca principalmente, en cada paciente, “cultivar el respeto, el aseo personal y darle importancia a una sonrisa, a mirarnos en el espejo y poder encontrarnos. La huerta tiene una superficie suficiente para contenernos entre todos y no sentirnos solos”.

Cada vez que llegan al espacio en el que trabajan, se distribuyen tareas, entonces cada uno elige lo que en ese día hay para hacer. “Siempre es una demanda esta actividad ya que se cultiva el año entero”, expresó, recordando que empezaron con semillas y “siempre es un tema para la paciencia y perseverancia, en cada paciente, porque está a orden del día. La semilla de la arveja y del haba es necesario que se ponga en remojo un par de horas antes de sembrarla, generalmente las semillas son muy pequeñas, y se siembran de a una”.

Para el armado de cada cantero también lleva su tiempo. Se les trata “de explicar de manera que no se olviden, ¿a quién no le gusta dormir en una hermosa cama?, ¿a quién no le gustaría tener sabanas de seda y acolchados de terciopelo, así es el proceso a la hora de armar el colchón de cada cantero con abono elaborado por nosotros, de desechos orgánicos y de estiércol”, manifestó la coordinadora.

Cosechando paciencia

Lo terapéutico en el taller se aborda “más que nada por la perseverancia y paciencia. Por ver los resultados que son gratificantes. Cada uno decide lo que va a sembrar. Siempre les pregunto ¿qué quieren sembrar? o ¿quieren escuchar música?”.

Consultada acerca de qué fue lo más difícil hasta ahora, la coordinadora expuso: “El tema del compostaje. Lo teníamos arriba del suelo, hecho con tarimas, y este año dada la situación del hantavirus lo cambiamos a un poso de 3 metros de profundidad en el cual está tapado de tierra”.

Entrando en detalles sobre lo sembrado en los invernaderos, contó qué es lo que tienen y se evidencia una gran labor. Hoy en día cuentan con cinco canteros, y en los mismos hay: zanahoria, acelga, zapallo, tomate perita, tomate redondo, tomate cherry, lechuga, cebolla de verdeo, ajo, papa, ruibarbo, remolacha, rabanito, cilantro, cibullete, menta, albaca, frutillas, y grosellas. También siembran rosas, melisas y luisa para ahuyentar los insectos.

No están solos

En otro pasaje de la entrevista, Zara destacó el acompañamiento de la comunidad, siendo que colaboran comprando los productos elaborados por los pacientes y con ese dinero que recaudan compran yerba, galletitas o algo para compartir. Este año van vendiendo más de 2.500 pesos.

Además, trabajan con el INTA de El Calafate, llevando adelante capacitaciones durante todo el año, en todo a lo que se refiere a la temática. “También nos ayudaron a armar el micro túnel, los canteros, los almácigos, y colaboran con materiales que necesitamos de manera desinteresada”, recalcó Zara. Ella, actualmente, es promotora del INTA, colaborando también en cualquier necesidad que requieran profundizando el vínculo.

Todos aprenden desde su lugar

Por último, Zalas dejó un mensaje desde este espacio. “Me encanta la labor que me tocó desempeñar en este servicio, siento que es un aprendizaje a diario con cada uno de los pacientes, lo tomo como un desafío. Lo disfruto, me hace feliz ver los avances de cada uno de ellos. Los invito a que repliquen este desafío en otros lugares porque realmente vale la pena, cuando se ven los resultados es muy gratificante”, concluyó.

 

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