Relatos de Vida

“Se cumplió un sueño”

Aurora Beatriz Correa, modista de nuestra ciudad que nos contó una pequeña parte de su historia de vida, pero que se relaciona con su profesión, su trabajo, sus manos y por sobre todo con su pasión. 

02/02/2019 • 13:10

Aurora nació en Capital Federal y el 23 de diciembre del 2018 se cumplieron 47 años que Aurora tomó a esta ciudad como suya.

Aurora llegó a Río Gallegos, producto del trabajo de su esposo, allá en el año 1971. “Yo llegué a Río Gallegos con Claudio de 2 años, quien falleció en un accidente, y Miriam tenía 7 meses”.

Acompañada por Carlos “mi hijo del corazón”, quien siempre está a su lado y de quien ella orgullosamente lo reconoce como un “ser muy bueno y solidario con todos”, mates de por medio, en el living de su casa, ubicada en Tucumán y San Juan de esta ciudad capital, comienza a contarnos una parte de su historia de vida que está relacionada con una pasión que tuvo toda la vida y que gracias a un “sobrino” también de corazón el Mayor Norman Walter Nahueltripay llegó a “cumplir el sueño de mi vida, llegar a la Antártida”.

Aurora comienza su relato contándonos que cuando llegó a Río Gallegos “ahí comenzó mi historia. Porque me dije ya estoy a un pasito de la Antártida, porque yo quería conocerla. Yo pensé que la Antártida era como esto (por Río Gallegos); porque uno cuando vive en Capital no sabe lo que es la Antártida, ni Río Gallegos. En el norte no se conocía nada de todo esto, en esos años; hoy tenés la televisión o los medios que te muestran todo”.

“Tenía 23 años, cuando llegué. Sabía coser, tejer y yo empecé primero a tejer a mano y a máquina. Como mi marido trabajaba en el campo, yo trabaja como modista y lo hago hasta el día de hoy. Toda la vida trabajé”.

“El trabajo de las manos para mí es todo, coser, tejer, bordar, pintar”, asegura Aurora.

 

Su pasión por la Antártida

“Yo quería llegar a la Antártida, conocerla; siempre fue mi pasión. Pero después me enteré que no se podía ir”, nos dijo y continuó: “Pasó el tiempo, y un día charlando con un sobrino de corazón que tengo, Walter, que es Mayor del Ejército, le digo que lo que más sueño es ir allá, donde él iba. Walter, hizo dos misiones a la Antártida, la primera como Teniente y ahora la segunda como Mayor y Jefe de la Base Científica Carlini”.

“Salió la charla en la cocina, y él me dice que si yo quería llegar a la Antártida, que haga una bandera y él la llevaba. El llamó habló con su jefe, le pasaron todas las medidas y así fue que hice dos banderas; una para que estuviese izada todos los días y la segunda más grande, de ceremonia.

Cuando autorizaron a que yo la hiciese, compré la tela, y los cordones; y todo lo hice a gusto de él, teniendo en cuenta el viento, es decir, se armó para que no se rompiese cuando la tuviesen que izar. Después tenía que esperar el avión Hércules que la llevase a la Antártida. Y –riéndose- Aurora nos cuenta las indicaciones que le dio al personal para que trasladasen la caja que contenía las banderas para la Base antártica y llegase en las condiciones que ella la había guardado”.

En ese momento, su hijo Carlos nos dice “la historia de mi mamá Beatriz Correa y de Wálter Nahueltripay (sobrino y primo respectivamente) se escribe de una manera muy especial en la historia de nuestra República Argentina. Una historia de familias entrelazadas entre mate y mate y la lucha por el bienestar de las familias.

Hoy se entrelazan la historia de un joven hijo de gauchos, quien supo y sabe valorar las adversidades que ha tenido su familia para salir adelante, de pasar inviernos crudos en Rincón de los Morros y de mi mamá quien con hilo y aguja forjaba su profesión de modista aquí en Río Gallegos para lograr el bienestar de la familia.

Años más tarde los papás de Walter dejan atrás las actividades rurales y se mudan a Río Gallegos para poder atender un kiosko familiar y Almiro se las rebuscó de una manera muy particular: En las frías mañanas de nuestro Río Gallegos, él agarraba su canasto de mimbre y caminaba hacia diferentes entidades públicas y privadas vendiendo pan casero y torta fritas recién hechas por él y Norma (mamá de Walter). De esta manera y siempre con la premisa de que con el trabajo se sale adelante pudieron solventar los estudios de Walter en el liceo general Roca en los años ‘90. ‘De cuando educación se trata, no se debe reparar en gastos, me deja está hermosa reflexión’, fueron palabras de Walter previo a partir a la Antártida.

Hoy Walter, Mayor del Ejército Nacional y quien fue jefe de base científica Carlini en la Antártida durante el 2018 y mamá modista aquí en Río Gallegos.

Mamá siempre cuenta que tenía la ilusión de llegar a conocer la Antártida, fue su sueño durante muchos años; ¡y lo logró! De una manera muy particular. Entre mate y mate y risas y charla en casa de Norma y Almiro, Walter propone a mamá que confeccione dos banderas. Una ceremonial y otra cotidiana.

Hoy nuevamente en poder de mamá, Walter  trae nuevamente nuestra Insignia nacional  a manos de mamá. ¡Si! La bandera que estuvo izada en el gran continente Blanco”.

¡A todos nos sorprenderá el estado de la misma! Está impecable. Esto fue producto como dice Carlos que “estuvo forjada de buenas costuras para resistir los fuertes vientos antárticos y las bajas temperaturas”.

La primera vez que se izó fue para el Día de la Antártida. La bandera acompañó toda la campaña de invierno en la Base.

Y como reconocimiento, se la enviaron nuevamente a Aurora con un diploma.

Pero no es la primera vez que ella cose un símbolo patrio, ya lo hizo para los Veteranos de Malvinas cuando se cumplieron 30 años de la Gesta, la cual también es exhibida en cada la Vigilia al 2 de Abril. “Cuando se cumplieron los 30 años de la Guerra de Malvinas yo desfilé junto a mi hijo Carlos con la bandera que hice, y cuando finalizó la ceremonia se la entregué al Presidente del Centro de Veteranos de Malvinas”.

“Son actos de corazón que uno hace, soy una apasionada de la Bandera Argentina, pero no pensé nunca que me hiciesen este reconocimiento; para mí fue una honra, un orgullo recibirla nuevamente”.

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