Día del Periodista

Como en una película de terror bacteriológico, pero en casa

A mediados de marzo se popularizó en Netflix una película surcoreana cuyo nombre fue traducido a “Virus”.

07/06/2020 • 10:10

Por Mariano González - Periodista TS-Digital 

A mediados de marzo se popularizó en Netflix una película surcoreana cuyo nombre fue traducido a “Virus”. El genérico nombre sirvió en medio del inicio de la crisis por el covid19 para que, pese a ser un film estrenado en 2013, se volviera un boom en las reproducciones. El largometraje inicia con un grupo de inmigrantes ilegales transportados como ganado en un conteiner, muchos de ellos portando una peligrosa gripe de cepa indescifrable. Que un sólo paciente se escapara en Corea del sur bastó para sembrar una pandemia en el país asiático. La película cuenta la historia de una pequeña, su madre y un trabajador de Protección Civil, personajes que podrían ser encontrados en cualquier ciudad del mundo. En el desarrollo de la trama, se muestra como un país queda blindado totalmente para entrar o salir, militares controlando que se cumpla la cuarentena y hasta la decisión del primer ministro de arrojar –o no- una bomba nuclear para terminar con un virus que parecía esparcirse de manera incontrolable ciudadano tras ciudadano. No quiero relatar más en caso que el lector no haya visto la película, pero una secuencia de rescate en un estadio de fútbol brinda al rodaje de una épica poco vista en el género de pandemias.

Ahora bien, desde este punto advierto que no será ficción y tampoco tendrá los dramatismos de un film cuasi apocalíptico, pero sí escenarios muy reales que me tocó vivir. Cada vez que hablo con la gente sobre cómo se sobrellevó la crisis del coronavirus en Argentina le advierto a mi interlocutor que no tomamos conciencia de lo que todavía estamos pasando. La cercanía del evento histórico no nos hace ver la foto completa y tomar conciencia de lo que atravesamos como país, provincia y municipio.

A los días de haber visto el film en la plataforma de streaming, empezaron a sumarse casos en la localidad de Calafate –el primer foco en Santa Cruz- y a nivel país el presidente Alberto Fernández ya declaraba por cadena nacional la cuarentena y empezaba a ver nexos con la película. Obviamente la crisis no llegó a los niveles mostrados allí ya que, si no, no estaría hoy escribiendo esto. Pero los sucesos ocurridos en días posteriores me marcarían hasta el día de hoy y seguramente los seguiré recordando como una cuestión de suma gravedad.

Las provincias comenzaron a blindarse mientras los casos en los distritos se empezaban a acumular. Con las calles de Río Gallegos vacías, cada vez que salía al supermercado a comprar las provisiones para algunos pocos días, me encontraba con gente caminando utilizando barbijos y los más precavidos, máscara de gas. Nada terrorífico. ¿No? Asimismo, en la opinión pública estaba el temor por el desabastecimiento, por lo que los primeros días se abarrotaron en las góndolas. La división en terminación de DNI sirvió para descomprimir esto y evitar aglomeración de gente.

Ya desde los organismos oficiales empezaban a realizar tareas de desinfección en varios puntos de la ciudad, todos ellos portando ropa y elementos sacados de una película sobre Chernobyl. Así de grave fue la situación, pese a que al menos en esta provincia, los casos pudieron ser controlados y se evitó el contagio comunitario.

Le pido al lector ahora (luego de ver la película recomendaba, obviamente) que haga el ejercicio. Que mire en retrospectiva desde el primer día de la cuarentena hasta hoy y recuerde loking at the big picture todo lo que atravesamos juntos como sociedad. Y si bien los datos indican que el aislamiento social brindó resultados importantes a la hora de contener este virus importado, lo cierto es que este evento mundial que nunca imaginamos vivir y que quedará en los libros de historia, fue una película de terror, pero casa.

 

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