"El Niño", la esperanza del agro
El fenómeno climático de "La Niña" por fin ha llegado a su fin, y con ella se va también este ciclo de sequías que venía azotando al país desde hace tres años. La falta de agua fue tan notoria en el último año que, probablemente, al menos desde el plano económico, quede enmarcada como la peor sequía de la historia nacional. Durante septiembre de 2020, comenzó el primer episodio triple de La Niña del siglo XXI. En contraparte al fenómeno de "El Niño", que trae la cantidad de precipitaciones acostumbradas en Argentina, La Niña tiene una fuerte relación con la ausencia de lluvias y el aumento de la temperatura.
En los portales de agro noticias se hacían eco de informaciones muy negativas, como los datos plasmados por la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías, que comunicó en diciembre del año pasado, que el área nacional en situación de sequía, había alcanzado un récord: 175.125.098 hectáreas, estamos hablando de un número que representa más del 60% de la superficie continental argentina. En unas condiciones como estas, donde casi dos de cada tres hectáreas se vieron considerablemente afectadas por la falta de agua, era lógico que la mayor parte de las producciones del sector agropecuario se vieran muy afectadas. Entrados a 2023, la Mesa informaba que casi la mitad del stock bovino del país estaba en riesgo, de la misma manera que más de 11 millones de hectáreas que ya habían sido cultivadas. Teniendo en cuenta esto, el fin del fenómeno es un alivio, pero habrá que analizar qué consecuencias dejó en el agro y qué pasará con el campo argentino el resto de la campaña.
Nocaut a la economía
El evento de “La Niña”, y sobre todo su atípica duración de tres años, provocaron un combo tremendo para las agro noticias. Para mediados del año pasado, las plantaciones de trigo ya no tenían agua ni en la tierra ni proveniente de la lluvia. Arroyos y lagunas se secaron, lo mismo que los bebederos para los animales. A esto, hay que sumarle dos alicientes: por un lado, que las escasas y cortas precipitaciones que ocurrieron en este lapso, no lograron reponer las reservas de agua, y en febrero de 2023 los productores sufrieron un golpe definitivo, cuando se alcanzaron récords en temperaturas máximas y mínimas.
Si comparamos las estimaciones que había para el ciclo 2022/2023 en el inicio de la campaña fina, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, anunciaba una posible producción triguera de 20,5 millones de toneladas, una de maíz de 50 millones de toneladas y una de soja de 48. Estos números se derrumbaron rápidamente por las condiciones climáticas, cuando se cosecharon, finalmente, 12,4 millones de toneladas de trigo (caída del 54% en relación a la campaña anterior); la de maíz a 36 millones de toneladas (reducción interanual del 30,8%) y 22 millones para la soja, provocando una caída de casi el 50 por ciento en relación al año previo.
·¿Cuánto se perdió?
Solamente en esos tres cultivos mencionados, la campaña 2022/23 cuenta con pérdidas que significarían más de 46 millones de toneladas. La Bolsa de Comercio de Rosario, estima que las pérdidas que han provocado solamente la soja, el trigo y el maíz, superaron los US$ 14.140 millones. El año pasado, el INDEC estableció que las exportaciones de estos 3 productos generaron más de 39.140 millones de dólares, siendo más del 44% de las ventas al exterior nacionales. Según algunas estimaciones, en el año en curso, ese valor bajaría a los 21.740 millones de dólares, es decir, una pérdida de más de 17.400 de la divisa estadounidense.
·El campo no fue el único que perdió
Como consecuencia directa de la reducción en las tasas de producción agraria, también se vio afectada la capacidad de exportación del campo. Y como los derechos de exportación se relacionan directamente a las ventas al exterior, el Estado argentino sufriría una pérdida notoria en su capacidad de recaudación: según estimaciones, si a la recaudación y a otros impuestos que deben pagar los productores, se le restan las circunstancias que está dejando la sequía en las exportaciones, el gobierno perdería más de 6000 millones de dólares en recaudación tributaria.
Llega “El Niño”, ¿llegan las soluciones?
La Cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), dijo en su informe del 5 de junio, que mayo trajo precipitaciones abundantes en la Mesopotamia, el noreste y el centro-este de la Región Pampeana y las probabilidades de que el trimestre junio-julio-agosto quede en medio del fenómeno del Niño, son de un 89%. Esto representa una mejora significativa para las perspectivas de siembra de esta campaña.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que amplios sectores aún no han percibido variaciones positivas de esta corriente: Córdoba, el noroeste y el oeste de La Pampa y Buenos Aires, todavía presentan precipitaciones escasas o nulas. De hecho, lugares como Marcos Juárez, en Córdoba, tienen un estado de humedad del suelo muy cercano al punto de la marchitez permanente.
Perspectivas a futuro
El futuro del campo y su producción está atado a varias circunstancias, siendo el clima una de las más importantes, pero no la única. Para poder sobrellevar esta situación, los grupos agrarios deberán perfeccionar sus semillas y fertilizantes, conseguir financiación para el sector y que los seguros agrícolas apoyen a la resiembra.
Los procesos de inversión para continuar con las plantaciones de trigo, maíz y soja ya están iniciando (en los lugares donde ya se considere provechoso hacerlo), con la inyección de 14000 millones de dólares, que los productores creen estar en condiciones de poder convertir en cerca de 40000 millones de dólares, gracias a las exportaciones. La inversión en el sector, el clima que acompañe, la cotización de los commodities agrícolas y el acceso a insumos en tiempo y forma, son todas variantes que el sector agro deberá tener en cuenta para salir de esta crisis.