Estuario del río Gallegos: un “aeropuerto” para las aves playeras
- Por Asociación Ambiente Sur
El Estuario del río Gallegos y en especial las extensas planicies intermareales fangosas y marismas que posee, constituyen el escenario donde se reúnen anualmente miles de aves playeras migratorias, tanto los chorlos patagónicos como las especies neárticas que arriban del hemisferio norte en los primeros meses de la primavera austral.
En estos humedales, las aves encuentran condiciones óptimas para alimentarse y descansar: dos actividades cruciales para la supervivencia de estas migradoras que deben reponer las energías consumidas en tan importante y extenuante viaje. Se estima que el estuario alberga en conjunto, entre las playeras neárticas y las patagónicas, más de 20.000 aves al año, donde hacen escala cual aeropuerto para reponer energías y retomar su maratónico viaje de punta a punta del continente o a las estepas patagónicas.
En el verano austral podemos encontrar numerosas especies en las costas del Estuario del río Gallegos. Entre las neárticas, podemos observar a: Playero trinador (Numenius phaeopus), Becasa de mar (Limosa haemastica), Playero rojizo (Calidris canutus rufa), Playerito blanco (Calidris alba), Playerito unicolor (Calidris bairdii), Playerito rabadilla blanca (Calidris fuscicollis), Falaropo común (Phalaropus tricolor), Pitotoy grande (Tringa melanoleuca) y Pitotoy chico (Tringa flavipes), con algunas visitas poco frecuentes del Chorlo ártico (Pluvialis squatarola) y el Chorlo pampa (Pluvialis dominica).
Algunas de las especies de aves playeras patagónicas que pueblan las marismas costeras del río Gallegos en esta estación son: Ostrero pardo (Haematopus palliatus), Ostrero negro (Haematopus ater), Ostrero austral (Haematopus leucopodus), Chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), Tero (Vanellus chilensis), Chorlito doble collar (Charadrius falklandicus), Chorlito pecho canela (Charadrius modestus), Agachona de collar (Thinocorus orbignyianus), Agachona chica (Thinocorus rumicivorus) y Becasina patagónica (Gallinago magellanica).
Durante sus escalas migratorias, estas aves utilizan hábitats altamente productivos, sustentados en comunidades bentónicas de las que dependen para su alimentación.
La elección de los lugares puntuales donde se alimentarán y descansarán depende de varios factores: la posibilidad de conseguir alimento, descansar sin ser molestadas o amenazadas y según la playa sea propicia para la nidificación de cada especie.
Asimismo, la elección del sector donde permanecerán durante su escala está sujeta a la alimentación y dependerá tanto de la cantidad y valor energético del alimento que allí encuentren, como así también de su disponibilidad y accesibilidad, considerando las características anatómicas de cada especie (adaptación de distintos picos según la especie).
Amenazas que enfrentan las aves playeras
Las amenazas más importantes que estas singulares aves enfrentan a lo largo de su ruta migratoria en el corredor atlántico son de origen antrópico: la pérdida de los ambientes costeros, ya sea por el avance inmobiliario sobre la costa, como ocurrió en Río Gallegos antes de la protección legal del Estuario del río Gallegos mediante dos áreas protegidas, una de jurisdicción provincial y otra, municipal; el calentamiento global, que en los sitios de parada y alimentación modifica la disponibilidad de alimento, así como en los de nidificación en el Ártico, y la pérdida de calidad de estos ambientes, lo cual ha llevado a las poblaciones de estas especies a un dramático descenso.
Según un informe de la ONG Manomet, en la región patagónica las aves playeras migratorias enfrentan las siguientes amenazas para sus viajes y supervivencia: explotación petrolera y minera; actividades ganaderas y agrícolas, desarrollo urbano desorganizado; especies exóticas introducidas e invasoras; actividades recreativas desorganizadas; contaminación físicoquímica; desechos biológicos; pesquerías artesanales y cambio climático.
Ostrero austral y Playero rojizo
Entre las migrantes patagónicas que podemos avistar en el verano en el estuario encontramos al Ostrero austral. Este Ostrero es un ave muy abundante; mide 35 centímetros y es fácilmente reconocible por su largo pico de color rojo intenso, que es casi el doble del tamaño de la cabeza; la cabeza, dorso y el pecho son de un negro intenso, que contrasta con el vientre blanco; el anillo periocular es amarillo; sus patas son robustas y sus dedos están unidos por una membrana basal que le permite moverse con agilidad en sustratos blandos.
Esta especie es gregaria, forman parejas o grupos reducidos durante el período reproductivo y se lo avista en grandes bandadas, de varios centenares de individuos, durante el resto del año. Camina lentamente y da pequeños saltitos, pero si es molestada puede correr con rapidez. Su voz, que generalmente emite en vuelo, es un fuerte sonido, bastante particular, que derivó en otro nombre común utilizado por la gente de campo: “fil-fil”. En ocasiones puede observarse descansando en grandes concentraciones, alineados a lo largo de la costa.
Como principal emblema de las especies de aves playeras neárticas, encontramos al Playero rojizo, el cual utiliza el estuario local en sus migraciones, aunque este playero está experimentando un importante descenso en el número de individuos. Se trata de un ave de aspecto grande y robusto, que mide aproximadamente 22 cm. En el período no reproductivo, época en que se observa en nuestras costas, presenta un plumaje gris-pardo con manchitas negruzcas y tiene una ceja blanca. El vientre es de un blanco no muy puro y las patas y el pico son de color oliváceo. Los flancos y la rabadilla son barrados. El plumaje nupcial (primavera y verano boreal, aunque a veces observado a fines de nuestro verano cuando comienzan a cambiar sus plumas) es de una coloración más llamativa ya que el pecho se torna progresivamente rojizo.
En el estuario del río Gallegos se encuentra a los playeros rojizos generalmente en la zona intermareal, siguiendo la línea de marea y alimentándose de invertebrados, principalmente de una almeja que abunda en el estuario. En la margen del estuario correspondiente al río Chico, cuando la marea está alta, los playeros rojizos descansan en las zonas de marismas o en las playas de piedra hacia Punta Loyola.
El Playero rojizo B95 ha recorrido en sus migraciones continentales, con escala en el estuario local en verano, una distancia mayor a la que nos separa de la Luna.
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