Día del periodista

¿Mi mamá? Periodista

¿Qué estás escribiendo? ¿A dónde vas? ¿Cuándo volvés? ¿Por qué siempre tenés cara de sueño? ¿Cómo tenés que trabajar si estás de franco? ¿Quién te está llamando ahora? Si hay una persona que maneja las “5 W” es el hijo de un periodista. Éste es el primero en notar que el trabajo de mamá o papá en los medios de comunicación es todo un reto que deberá enfrentar porque se topan con algo tan demandante como él.

 

07/06/2020 • 13:17

Por María José González - Coordinadora Multimedio Tiempo

Si hay algo que me enseñó el periodismo es no tener horarios, a no dejar el celular en silencio y a desarrollar una mirada penetrante frente a lo que acontece a mí alrededor.

Luego todas esas mañas propias de la profesión se fueron afinando aún más con la llegada de mi hijo porque mi atención y percepción se ampliaron todavía más. Desde ese momento empecé a transitar un camino arduo e incluso estresante porque ser madre y trabajadora de medios es todo un desafío que se debe encarar.

Pero no todo es cansancio y escaso tiempo para dedicarle o a los hijos o a la profesión, sino que es un crecimiento continuo por ir mechando los dos amores.

Yo encontré mi armonía y se las comparto, básicamente porque la solución que hallé para poder mantener una activa vida como trabajadora de medios y ser mamá full time me la presentó el periodismo.

La crianza respetuosa fue clave para mantener los vínculos labores y afectivos, más los últimos porque un hijo en plena etapa de crecimiento necesita la total atención y acompañamiento de mamá.

Internalicé que no hay un manual que fije pautas ni diga qué hacer para cumplir un buen rol de madre, solo entender yo, como primera medida, que esa persona chiquitita es un sujeto de derecho por lo que el respeto en su crecimiento y educación es pilar fundamental.

Además, entendí –y sí, también procuro que los demás comprendan- que hay ciertas cosas que no le haría a un par, a un adulto. Entonces por qué sí debería hacérselo a un hijo.

Los chicos tienen otros tiempos y muchas veces por nuestra vorágine del día a día uno no los espera.

Empatía, autorregulación, respeto, límites y disciplina razonable, y la consulta continúa son los cimientos de la crianza respetuosa. No lo denominaría un estilo de vida, sino la forma en que uno quiere vivir junto. Esto me permitió ver a mi hijo como una persona que tiene los mismos derechos que un adulto y por el solo hecho de ser yo la grande no debo imponerme ante él. Es una relación que se afianza por el respeto, amor y límites no punitivos, la que debe y será extendida a lo largo de nuestras vidas.

Así fue que comencé a pararme desde un lugar fuera del autoritarismo y sí desde la autoridad porque si mi hijo hace berrinche porque su mamá no podrá jugar por salir a trabajar, un par de gritos no lo reconfortarán; hay que explicarle los por qué, y muchas veces de ser necesario hasta que lo comprenda.

Sonará reiterativo, pero la crianza respetuosa tiene una cuestión clave que es mirar al niño con el mismo respeto que a un par. Muchos a nuestro alrededor se ven con derecho a opinar sobre crianza, pero pocos ven al niño como una persona.

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