Relatos de vida

“Norma Hernández”, 48 años de música y talento.

Norma Hernández”, vecina de nuestra ciudad de Río Gallegos y gran artista reconocida en todo el país, nos recuerda sus pasos desde San Julián hacia Río Gallegos, las primeras experiencias arriba del escenario en el jardín y cómo fue acercándose a los grandes de la música folclórica.

21/07/2021 • 12:30

En la recorrida que realiza el móvil del Multimedio Tiempo, se encuentra en esta ocasión con la historia de Norma Hernández, vecina artista y gran cantante de nuestra ciudad de Río Gallegos que nos recibió amablemente para contarnos un poco de su historia, de dónde vienen sus genes artísticos, sus primeros pasos como música y las enseñanzas que fue dejando su experiencia a lo largo de 48 años y muchos más, hoy la historia de Norma Hernández.

Mi familia:

Norma comienza su relato, contando un poco más de la familia Hernández y los destinos que fueron tomando.
Abuelos de parte paterna, Nicanor Hernández, llegado a suelo argentino con apenas 14 años el y su hermano, en medio del conflicto mundial; algo que llamaba la atención era su perfecta caligrafía. Trabajó en distintos puertos de Buenos Aires hasta conectarse con un señor dueño de unas estancias en Trelew, donde conoce a mi abuela y finalmente se casaron; por cuestiones laborales tuvieron que emigrar hacia San Julián donde allí se afianza la familia.

Trabajó como aguatero, radioaficionado, en puertos, en el campo y así logró comprarse una pequeña estancia por la zona de Gregores y formó una familia numerosa. Mi abuelo tenía la particularidad de ser payador, improvisaba cada oración, cada cántico y contrapunto, al tiempo pasó a ser un personaje de San Julián, en cada acto o evento especial, era llamado para actuar. Mi abuela se llamaba Petra Reyero, nacida también en España, provincia de Salamanca.

“Vengo de una familia muy importante para mí, donde la herencia más grande fue la cultura de trabajar y tener presente lo artístico”.

Mi padre, José Hernández, era el encargado de los trabajos del campo, que no son fáciles, hasta que entró a las filas de policía de bomberos de Santa Cruz, y de allí siguió su trabajo en las viejas calles de Puerto San Julián.

Mi madre, Hilda Manríquez, nacida en un paraje cerca de Lago Posadas, Cerro Negro, ella era cantante, al tiempo de su juventud se conoció con mi padre y rápidamente formaron familia en Puerto San Julián.

Mi papá fue trasladado por la policía desde Puerto San Julián, había dejado de trabajar en los campos, para dedicarse a la policía y trasladadas a Río Gallegos, con toda la familia arriba, en el año ´73 le encomiendan la creación del cuartel general de bomberos de El Calafate, hoy en día la unidad octava “Cabo Primero Riquelme”, “cuando él llegó, solo había en función un solo efectivo de bombero”. Dos de los cinco hermanos nacidos en Gobernador Gregores y el resto nacimos en Puerto San Julián, somos cuatro mujeres y un solo varón.

Infancia:

Entre unas lágrimas arrimadas a sus ojos, Norma nos cuneta parte de su infancia y la importancia y rol que cumplió su abuelo en los viejos campos de la época.

“Recuerdo mucho a mi abuelo, la familia de mi mamá ya estaba viviendo en Río Gallegos y otro poco en Río Turbio; mis padres laburaban todo el día y recuerdo que yo me crie con mi abuelo, todas las experiencia y recuerdos se apuntan hacia él y el campo, me cuidaba, me contaba historias de su España, jugaba a la lotería en su momento, recibía muchas historias extraordinarias, y su compañía eterna, cuando él falleció en el año ´78, sufrí y hoy en día lo tengo muy presente aún”.

“El campo, los caballos y la tranquilidad que exista en esos años, era espectacular, eso era mi infancia, mi abuelo siempre estaba apoyándome en lo que quisiera hacer, si quería cantar, cantaba, y si no, conversamos como si estuviéramos de igual a igual, y capaz yo no tenía ni idea, era muy chica. Su sonrisa y bondad lo representaban muy bien; cuando empecé el jardín, se hacían actos para fechas patrias y demás y uno de esos actos me eligieron para cantar con apenas cinco años, al salir al escenario yo no sabía qué hacer, una guitarra de juguete y una vidala por cantar, el gimnasio del colegio era enorme y con muchos ojos viéndome, lo único que recuerdo que miraba la primera fila y estaba allí mi abuelo, con su sonrisa de punta a punta como que estuviese mirando a la mejor artista, lo único que me calmó y pude seguir con mi actuación”.
“Mi infancia termina hasta donde tuvimos que hacer la mudanza a Río Gallegos, allí dejé a mi abuelo atrás y todos mis recuerdos de la infancia”.

Música:

Norma nos explica que la música siempre estuvo allí, desde antes de nacer, era algo inevitable.
“Siempre estuvo presente, de lado de mi abuelo, de mis tíos, todos cantaban y tocaban la guitarra, no podía escapar de eso, era normal y común, cinco años ya cantando canciones de grandes. En Río Gallegos seguí estudiando desde la escuela con la música, uno de mis profesores fue Oliva, clases de guitarra”.

“Comencé a participar de las peñas de la escuela, los intercolegiales donde no había deporte para mí, solo participaba para lo cultural. En esos momentos había mucha actividad para recorrer la provincia, en el año ´82 participé con un conjunto vocal, de allí sacaban solista femenino y masculino; terminé compitiendo con todos y gané como solista femenino, representamos los ganadores la región patagónica en Cosquín, de allí a participar en Argentinísima, participé en ATC con el elenco estable y así, varias participaciones que hoy me marcan como artista”.

“Yo rescato una frase de Mercedes Sosa y que siento que es muy real: “Para tener éxito en la música, necesitás el 30% de talento y el resto suerte”, hay que estar con la gente indicada en el momento indicado”.

Festival de la tonada: 

Parte de la historia de Norma son las miles de anécdotas en su vida, en esta ocasión cuenta sus pasos por Mendoza, para el festival de la tonada del año 2001.
“En el año 2001, regalé uno de mis CD para promoción a uno de los integrantes del dúo cómico “Los Cumpa”, ellos promocionaron mi CD en la zona cuyana y al difundir esto, todos se preguntaban quién dedicaría el arte cuyano desde el sur de Argentina.


Era algo extraño para su momento escuchar esto, automáticamente se generó un importante revuelo en radios y medios, hasta me pidieron participar del Festival de la Tonada. Una de mis anécdotas más hermosas y enamoradizas, artísticamente hablando, fue escuchar la manera de ejecutar las guitarras de los cuyanos. Cuando viajé a Mendoza para el festival, 15 días antes, me puse a practicar con ellos, sirvió para aprender más y más; una semana antes de los cuales solo tres días ensayamos profundo, vi la facilidad con la que tocaban sus guitarras, ellos tocan la real música cuyana con micrófono en boca y es emocionante escucharlos; cuando tocan, sentís como un tren por encima, la voz es un instrumento más para ellos. Viajando hacia Tunuyán donde se realizó el festival, recuerdo esa noche donde abrieron el festival con una de mis canciones que grabé antes de todo el show y eso me llenó de orgullo y satisfacción”.

Artistas actuales y su espacio:
 

Reflexión por aquellos artistas que hoy luchan por un espacio u ojos sobre la cultura y música de hoy en día.
“Yo no sé si estamos perdiéndolos o estamos siendo incapaces de generarles espacio, es muy abrumador este tema. Vengo de una época donde todos los fines de semana se cantaba, se iba al interior con delegaciones en colectivos, cada vez hay menos espacios y yo lo viví dentro del taller se preparaban todo el año con jóvenes y demás, para luego llegar el día de presentarse y no había espacios para mostrarse”.

“Me preocupa porque son cosas muy valiosas de nuestra cultura y de nuestra idiosincrasia que se empieza a perder, un ejemplo más claro es de la poesía gauchesca, no hay que perder esa esencia folclórica que es muy importante para nuestro país”.

“Talento sobra y más en nuestra Patagonia, por ejemplo, Gisela Lepio, tenemos el caso de Camila Garay de Las Heras, hay que apuntalarlos, mucha distancia, gasto de dinero, y una cuesta arriba muy difícil, somos una provincia en pleno desarrollo con el tema cultural y artístico”.

10 años de taller:

Ya jubilada hace un par de meses, la señora Hernández hace un repaso de lo que fue dejar sus huellas y enseñanzas en jóvenes y un mensaje para aquellos que le temen al lado artístico que esconden.

“Traté de transmitir todas mis experiencias y el conocimiento de haber cantado por tantos años, me encontré con todo esto, el ser humano, su historia, la cultura, el espacio, las emociones de mis alumnos y entenderlos, por qué lado debo buscar el repertorio, esas cosas fueron las que me sorprendieron a lo largo de estos diez años, a veces con tanto talento y mucha negatividad e inseguridad de no poder seguir adelante, un trabajo aparte. Ensayar y trabajar, siempre se puede mejorar, nunca va a ser peor si vos ensayás mucho, al contrario, empiezas a asegurarte vos mismo y así fluye la creatividad”.

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