Por siempre el padre de la Patria
Hoy se cumplen 170 años del paso a la inmortalidad del General José de San Martín.
José Francisco de San Martín fue hijo del capitán don Juan de San Martín, nacido en Cervatos de la Cueza el 3 de febrero de 1728, y de doña Gregoria Matorras del Ser, que dio la luz en Paredes de Nava el 12 de marzo de 1738. Las dos poblaciones pertenecían al Reino de España y estaban en jurisdicción de Palencia, una de las provincias de Castilla la Vieja.
El Libertador vino al mundo el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, que actualmente forma parte de la provincia argentina de Corrientes. Don Juan de San Martín ejerció allí, desde 1775, las funciones de teniente de gobernador. En 1781, la familia San Martín -el padre, la madre y cinco hijos, de los que cuatro eran varones- estaba radicada en Buenos Aires.
Todos emprendieron viaje a España a fines de 1783, haciéndolo a bordo de la fragata Santa Balbina. Arribaron al puerto de Cádiz en la segunda quincena de marzo de 1784.
José de San Martín, después de realizar estudios elementales en Málaga, donde se había establecido su familia, se incorporó en 1789 como cadete al Regimiento de Murcia, del arma de infantería. Tuvo participación en 31 acciones bélicas. Por su actuación en la famosa batalla de Bailén, donde resultaron batidas las legiones invasoras del emperador Napoleón I, fue ascendido al grado de teniente coronel y condecorado con medalla de oro, alto timbre de honor del ya por entonces destacado militar rioplatense. Por este tiempo, en que pasó a ser oficial de caballería, San Martín se vinculó a otros jóvenes americanos, residentes en la Península, que forjaban planes de independencia política para las respectivas regiones de su nacimiento.
San Martín y otros rioplatenses desembarcaron el 9 de marzo de 1812 en Buenos Aires, la ciudad capital del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Contribuir a la independencia de los pueblos americanos era la alta misión que lo había impulsado a retornar a la tierra de su nacimiento.
Cómo era San Martín
Su estatura era de 1,70 m, aproximadamente, pero impresionaba como tanto o más porque estaba siempre erguido, con presencia castrense. El rostro se mostraba moreno, ya por coloración natural de la piel, ya por la huella que en él había dejado el servicio prestado a campo abierto. La nariz era aguileña y grande. Los prominentes ojos negros no permanecían nunca quietos y eran dueños de una mirada vivísima. Poseía una inteligencia poco común y sus conocimientos iban más allá de los propios de una estricta formación profesional.
De maneras tranquilas y modales que revelaban esmerada educación, según los momentos era dicharachero y familiar, severo y parco, optimista y dispensador de ánimo para quienes lo habían perdido o vacilaban. Nadie pudo ni podrá tacharlo de indiscreto, llegando en ocasiones a ser, por necesidad, casi críptico o disimulador sin mentira. Profundamente reservado y caluroso en sus afectos, de él dijo Mitre que "era observador sagaz y penetrante de los hombres, a los que hacía servir a sus designios según sus aptitudes".
La muerte del héroe
En 1848, debido a la agitación reinante en gran parte de Francia, San Martín dejó Grand Bourg y, acompañado por su familia, se trasladó a Boulogne-sur-Mer. Desde allí resultaría más fácil y rápido pasar a Gran Bretaña.
En Boulogne-sur-Mer, a las 3 de la tarde del 17 de agosto de 1850, falleció don José de San Martín, brigadier general de la Confederación Argentina, capitán general de la República de Chile y generalísimo de la del Perú y fundador de su libertad. Se hallaban a su lado su hija Mercedes, su yerno Mariano Balcarce, sus nietas, el representante de Chile en Francia don Francisco Javier Rosales y el doctor Jordán, quien lo asistió como médico.
En 1880, los restos del Padre de la Patria fueron trasladados desde Francia a Buenos Aires para ser depositados en el mausoleo que al efecto se erigió en la Catedral. Figuras simbólicas que representan a la Argentina, Chile y Perú le rinden guardia permanente.