Un homenaje titánico a los héroes del ARA San Juan
GESTA de un grupo de argentinos comprometidos con la memoria, los valores y el recuerdo eterno de los tripulantes del desaparecido ARA San Juan, nadando durante cuatro días. TiempoSur te cuenta todo con un enviado especial desde el terreno para cubrir la entrada al agua de los cuatro aventureros. La planificación, el acompañamiento de AGVP, Bomberos, Defensa Civil y numerosos entes. Los recaudos, la tarea física sobrenatural, que bordea la sana locura, en pos de #nuncaolvidaranuestroshéroes.
El día de la largada no puede amanecer más tranquilo, más plácido, imbuido de una belleza sólo rozada por el silencio patagónico más profundo. Leve arenisca sobre las cuales se posan los miembros inferiores de aquellos nadadores que, relajados y comprometidos, se disponen a cometer la hazaña. Rocas en las cercanías, montañas dibujándose en el horizonte, el respeto y la veneración hacia un río glaciar como el SANTA CRUZ (no es lo mismo que nadar en una pileta, saben ustedes…), lo helado del agua esperando y el compromiso de los trajes de neoprene aislando la piel de los valientes, pero no el alma que se mete de lleno en el salvaje curso de agua, atroz por momentos, de bajante furiosa, siempre intenso, siempre puro, tan peligroso como hermoso. Son los momentos previos a salir…
El más emocionado, el alma del proyecto, es Julio Gaitán, que tiene una cruz en su espalda dibujada debido al recuerdo de las pérdidas que ha sufrido: ‘’Vamos a intentar nadar los 400 kilómetros en homenaje a los tripulantes del ARA San Juan, 100 kilómetros por día aproximadamente en 10 horas cada uno de los trayectos y lleva un doble homenaje en sus nombres de cada etapa: Nos van a acompañar nuestros compañeros de natación que hoy no están físicamente, Juan Pablo Ríquez en la primera, Darío Chacán, un joven de la Cuenca en la segunda, en la tercera Gustavo Moine, que fue un nadador del turno noche de Hispano, y en la cuarta nuestro querido y bien recordado Wilson Parada de Caleta Olivia, ellos van a ser nuestra fuerza espiritual junto a la de las familias propias, es combustible emocional adicional para concretar esta aventura que no tiene precendentes en el mundo, salir desde el nacimiento de un río de deshielo hasta su desembocadura en el mar’’.
En la desembocadura del Lago Argentino, la naciente del Río Santa Cruz, Pablo Pera conjuga sus ansias y los miedos y mientras se prepara para la inmersión, otea en el horizonte el destino del desafío que lo llevará a estar cuatro días en el agua, sin salir de ella, comiendo y descansando en la misma. Alejandro Amuchástegui, profe de natación de Hispano, valora la inmensidad del río al cual van a desafiar con respeto, ve reflejado en su calva el sol soberano, pensativo acaricia su larga barba y valora ‘’esta idea de Julio Gaitán nos lleva a una doble misión, QUE ES HOMENAJEAR A LOS CAÍDOS Y TAMBIÉN DISFRUTAR’’.
Cuatro etapas, hasta el 2 de marzo. Todo comienza bien temprano, 6 AM, guiados bajo la luz de la luna, en el Distrito Vial de El Calafate, que aporta mucha logística y acompañamiento en la misión. Una casilla rodante de AGVP guiada por un chofer los va siguiendo, para proveerles refugio en la noche y que puedan alimentarse y descansar; las paradas son La Fortaleza, Estancia San Ignacio, tanque de Agua en Piedra Buena sucesivamente. Así, hasta llegar a mar abierto, donde se confunde la salinidad del Mar Argentino con las entrañas dulces del Santa Cruz. A CAMPO TRAVIESA, por tierras de estancias, le permitieron a la delegación acceder al inicio del Río Santa Cruz. Tras los preparativos, los gomones ya están al servicio, igual que Bomberos y Defensa Civil. Ya son las 07:35 y los recibe la luz del sol.
Héctor Guittard, el cuarto criollo nadador, ve desbordados sus ojos en la belleza del cuerpo de agua, y remarca que ‘’intentaremos marcar algo para todos los que vengan después, somos cuatro loquitos lindos con toda la adrenalina de este desafío inmenso’’. Personal de AGVP los asiste en los momentos previos, cargados de alegría pero también nerviosismo por asomarse a lo desconocido. Cada nadador lleva una pequeña boya salvavidas apegada al cuerpo a la cual abrazarse por si hay algún desmayo o enfriamiento masivo por rotura de traje que permita rescatarlos antes de la hipotermia. Si aparece algún calambre, están los compañeros para ayudar. El desgaste es ciclópeo y llevan consigo en el equipo combinaciones de sales hidratantes. Es momento de ir al agua. El lago no está exento de inmensas rocas que han de ir esquivando y si bien el curso del Santa Cruz es descendente, la última etapa tiene contramareas cerca de la desembocadura, por lo cual han de estar atentos, puede haber tramos desgastantes nadando contracorriente, por la incidencia de mareas hay que elegir los momentos para nadar. Van acompañados en el curso de agua por tres embarcaciones que los asisten, y por tierra personal civil, amigos, personas cercanas, solidarias, bomberos, etc. 8 AM comienza el nado. La correntada es entre 10 y 15 km por hora, más el aporte del nado de los brazadores, consigue hacer camino al nadar. Por corriente y el día apacible, los cuatro esperaban hacer 100 km con poco desgaste y administrando energía. Se alimentan en el agua, sólo ante necesidad extrema salen del espejo descendente durante las 10 horas diarias de travesía, el mecanismo para alimentarse y beber agua es boca arriba. La comitiva acompañante es fluvial y terrestre.
En cada parada van a dejar una placa de reconocimiento a compañeros que ya no están. Estamos con ellos, absolutamente. Los que están y los que no, valen cada heroica brazada.