Río Gallegos

“Bulones Sur”, patagónica de corazón

“Bulones Sur” es un comercio que va actualmente por sus 33 años sin interrupción en nuestra comunidad, atendido por su dueño Luis Antonio Melipillan. La bulonería donde no solo podés adquirir productos de calidad, sino un espacio donde te nutrís y aprendés a fondo del rubro de los bulones.

  • 02/09/2020 • 13:09

En la recorrida que realiza el móvil del Multimedio Tiempo, éste se encontró con la historia de la bulonería “Bulones Sur”, un comercio netamente dedicado a los bulones en Río Gallegos que está próximo a cumplir sus 33 años de vida y aún sigue respetando la calidad de sus productos además de estar actualizando su mercancía para brindar siempre lo mejor a sus clientes. La bulonería "Bulones Sur" está ubicada en la esquina de Ameghino y Justo José de Urquiza de esta ciudad capital, fue fundada el 22 de marzo de 1988. Su dueño, Luis Antonio Melipillan, nacido en Puerto Natales, arriba a la ciudad de Río Gallegos en el año 1961 y a partir de los 12 años se dedicó directamente a trabajar. Su trabajo principal era el de cobrador en Transporte Club del Sur, luego en Transportadora Patagonia, también se dedicó mucho tiempo a vender diarios, botellas, helado.

Al pasar los años, sus padres le cedieron un terreno en calles Alberdi y Catamarca, donde en un principio quería instalar un almacén.

¿Cómo surge la bulonería?

Yo hice muchos trabajos, fui cobrador, en Transporte Club del Sur, Transportadora Patagonia, vendí diarios, botellas, helado, hice muchas cosas, trabajando desde los 12 años más o menos, después de ello en la casa de Alberdi y Catamarca, mis padres tenían un terreno y en un principio quería poner un almacén pero anduve preguntando como hacer eso, qué es lo que necesitaba y recurro a un señor que vendía heladeras e instrumentos para un almacén, cortadora de fiambres, balanzas y todo ese tipo de cosas, yo le propongo de ir comprando las cosas de a poco.

Y este hombre me dice “no es así, esto se maneja de otra forma. Primero tienes que tener idea de que es un local comercial y a partir de ahí yo te voy llevando las cosas necesarias” no me gustó sus ideas, porque primero, no tenía los recursos para poder comprar lo que él me decía. Mi idea era por ejemplo comprar este mes, la registradora, el otro mes la balanza, el otro la heladera y después recién ir comprando las cosas para el almacén. Yo en aquellos años, trabajaba de cobrador en Transportes Club del Sur y hacía cobranzas de libro así que tenía un buen trabajo, mi idea era esa, ir haciendo cosas para futuro y una de las cosas era colocar un almacén, y en aquellos años mi hermano de corazón, que se llama Jorge Alvarado, trabajaba en bulonería Parker muchos años allí en Mariano Moreno y Perito Moreno, una bulonería que tuvo muchos años. Entonces, yo le comento en ese entonces, “yo quiero colocar un local allá abajo en la casa de los viejos” y él me tira la idea y me dice “porque no mejor, no colocas una bulonería?, yo me contacto con los viajantes y arrancamos ahí”. En aquellos años él compraba a una empresa que se llama Sismar que hoy igual les compro, y otra que se llamaba La Casa del Acoplado, en aquellos años, no recuerdo bien, el del muchacho de La Casa del Acoplado le compraba todos los meses. Empecé comprando en aquellos años unos cajones de manzana que venían y compraba “tornillitos” durante 5 años, un poquito de cada cosa, porque no tenía ni idea del rubro, ni mi hermano.

 

Primeros años y mucho sacrificio:

Luis comenzó su relato de cómo empezó su camino de “bulonero”: “Me hice de mercadería que en ese entonces pensé que era bastante pero no era así. Da la casualidad que yo, en ese momento, tenía un plan de ahorro de un auto Fiat Regata, lo estaba pagando y decidí venderlo así que se lo vendo a un amigo, Burton era mi jefe en transportes, él me lo compra, alrededor de 6000 pesos, era bastante para lo que era esos años. Yo me voy con mi hijo más chico Claudio a Buenos Aires a comprar mercadería, y de ahí no tenía idea, uno a veces dice me voy a Buenos Aires, por alguna enfermedad, para pasear, a lo que fuese, y los que somos del interior pensamos que Buenos Aires es la solución y no es así. Llegamos para comprar algo de bulonería, no conocía a nadie, no tenía referencia de nada, entonces caminamos y caminamos con mi hijo Claudio hasta que llegamos a un local en la calle Pichincha que decía bulonería distribuidora” encaramos al dueño y le comento mi idea, yo le dije “Te voy a comprar cinco mil pesos en mercadería”, y él me dijo de dejarle esa cantidad y él me iba a preparar un pedido de lo que se puede vender en una bulonería.

Resulta que me manda al regresar a Gallegos, un pedido de mucho valor que hoy posiblemente costaría 700.000 pesos, cuando me llega esa mercadería este “buen hombre” se sacó de encima clavos que  tenía, no me ayudó, en vez de aclararme, te voy a mandar arandela de 1/4 de 5/6 de esta medida, me vendió todo el clavo y bueno yo ya estaba acá de nuevo en Gallegos y no había forma de reclamar. Así que bueno, yo ya había puesto un depósito donde compré otras estanterías para ir guardando la mercadería, durante 5 o 6 años, fui almacenando mi bulonería, en realidad comenzamos en el 84 o 85 a comprar mercadería, y en el 88 abro mi local acá en Urquiza 656, alquilo el local que tenía al menos 40 ms cubiertos, ahí coloco mi bulonería, lo comencé a preparar y todo y cuando lo miro detenidamente… no tenía nada, un local chico, un galponcito, y meterlo a un local grande no tenía nada, estuve así trabajando durante dos años, de cobrador de libros y en transporte y estuve con el local abierto, donde lo atendía mi hermano y yo todo lo que iba recaudando de mi sueldo, lo metía en mi bulonería, no podía sacar nada, porque era meterle y meterle y meterle y no sacaba nada, y no creció mucho el local en ese tiempo.

 

Transición del local chico al más grande:

“Donde estamos actualmente acá, había un pool, el dueño se va de Río Gallegos y se va a vivir a Chile, me va a visitar un día a mi negocio y me dice de alquilar el local, y yo al consultar el precio me tira la cifra de 600 pesos y yo pensando por dentro decía “está bien, entre 450 pesos un local de 40 ms cubiertos a pasar a un local que tiene 140 ms cuadrados y pagar 600” así que ni lo pensé, cuando me estoy mudando hacia acá, tuve que ponerlo en condiciones, pintarlo y demás, esto ya en el año 91.

El local era tan grande que me faltaba estantería, que es lo que hice, cruzar la estantería y parecer que no estaba tan vacío, comencé a trabajar y al año viene este hombre nuevamente y me dice “Luis, te vendo el local, pagamelo como puedas” y yo ni como pueda ni con “ni” le podía pagar porque no me daba, así que seguí alquilando durante muchos años, después lo vendió a la familia Opazo, y le seguí alquilando a José Opazo durante mucho tiempo más, hasta que unos años después, mi mujer me tira la idea de comprarle el local a José, mi respuesta fue negativa y hasta que un día, yo estaba en el local y me puse a hablar con José y le digo “te compro el local” y él no quería saber nada de eso, luego de volver este hombre de sus vacaciones en diciembre, y en todo ese lapso, yo logro juntar unos 15.000 pesos, yo voy a ver a la inmobiliaria de Lito Barragán para ser aconsejado, y me lo cotiza en 187 mil pesos, cuando viene José de vuelta, lo tazó en 240 mil la otra inmobiliaria, y te digo la verdad, cuando nos juntamos los dos me dice “qué me ofreces?” yo cara de piedra le ofrecí y accedió rápido en dos pagos, la primera se la pagué en junio y el resto a fin de año. Si no pagaba perdía todo, llegué bien, hice un sacrificio enorme y acá estamos, hace más de 27 años en este local.

Ese proceso de comprar el local fue realmente sacrificado, porque en un tiempo muy acotado logré tanto, mis amigos me comentaban y se asombraban de como hice eso en tiempo record, fue una cosa que salió así, muy arriesgado, pero me salió la jugada, hoy mi negocio va a llegar ya para 33 años el próximo marzo del 2021. A lo largo de todo este tiempo, muchos comerciantes han quedado en el camino, colegas míos, no solo en el rubro de la bulonería, sino de otros comercios.

 

Como aprendió el rubro de bulonero:

Continuando con el relato, Luis entre risas contaba cómo fue que se encontró su rubro y como fue nutriéndose de conocimiento: “Dios atiende en todas partes, pero está en Buenos Aires” un dicho que me lo dijeron de joven y que es cierto, porque si no vas a Buenos Aires a buscar cosas a aprender, no llegas a nada, yo hice varios viajes para allá, yo ahora sé cómo se fabrica una arandela, cómo se fabrica un bulón, el material del cual está hecho, con qué lo hacen, cómo lo hacen, yo sé lo que vendo ahora. Nos hemos encontrado en exposiciones allá con mis pares, y te encontras con distribuidores y fabricantes, yo voy a la fábrica donde lo hace y se todo sobre ello, todo el proceso, esto lo fui adhiriendo desde no saber nada a saber muchísimas cosas del rubro, y a veces me preguntan a qué voy a Buenos aires, y yo voy a aprender y a buscar cosas, ningún negocio es fácil, todo tiene una cuota de sacrificio y esfuerzo, y eso es lo que a mí me gusta, yo generalmente, viajo al menos 3 a 4 veces al año y voy a fábricas, a distintos lugares a aprender para poder transmitir eso a mis clientes y sacarle la duda de lo que va a comprar.

 

El cliente:

Yo tengo una gran clientela que son los carpinteros, muchos de ellos para madera, la construcción, también las empresas, mecánicos que ya son clientes de muchos años.
 

Disparates de una bulonería:

Por ejemplo, está el cliente que viene con una vela de cera para usarla de diámetro para un bulón, tanto eso como otras cosas raras, velas, maderas, alambres, medidas totalmente extravagante.

En otra oportunidad una vez pasó esto, un vecino le pide a su mujer que necesitaba que le consiga un “macho” y un bulón, y la mujer al venir a la bulonería donde es un lugar con el 90% personal y clientes son hombres, y al llegar al mostrador se le pregunta qué anda buscando, y al empezar a hablar le da pudor preguntar por un “macho”, es algo recurrente que sucede y es gracioso que pase.

 

¿Cómo nace el nombre “Bulones Sur”?

Luis con emoción nos comentaba cómo es que le surge un nombre tan sencillo pero que detrás de el lleva alma patagónica al decirnos esto:

“Yo soy patagónico, por más que haya nacido en Chile y demás, yo soy patagónico, hace más de 60 años que vivo en estas tierras, amo Río Gallegos, es mi lugar, donde tengo a mis hijos, nietos, mi familia, mi idea desde el inicio fue darle ese nombre, Bulones Sur, hablando siempre desde mi hogar, donde progresé a pesar de todos los fallos y aciertos, desde aquel local más chico de 40 mts que tuve, hasta el actual, y así quedó desde el principio.

 

¿Cómo sigue adelante todo esto?

“Yo siempre apunté a mi negocio, siempre tuve altibajos, no siempre puede ser parejo todo, tienes cosas buenas y cosas malas en todos estos años, yo he pasado varios gobiernos, casi ninguno bueno, siempre un poco para arriba y un poco para abajo, no es estable el negocio, pero yo puedo decir y sin equivocarme que he acertado en abocarme solamente a lo que es la bulonería, en realidad bulonerías somos dos, pero bulonero soy yo, mi negocio, después tengo mi otro colega que es Berois que él es más ferretero que bulonero, y lo importante de esto es que no competimos, somos muy abiertos los dos, nos cruzamos también con nuestros colegas del “Fuerte”, si me falta algo acá, yo recomiendo a mis pares siempre. No tiene sentido tener rivales al cohete, no tiene sentido, hay que ayudarnos entre todos, siempre fui honesto con mis clientes, digamos que la transparencia también me llevó a seguir adelante con todo este trabajo, eso hace la buena imagen del comerciante, nunca lo voy a bastardear a ninguno, cada uno se maneja como puede.

 

¿Se encuentra afectado por la pandemia?

Un tema que no deja de afectar a distintos rubros y nos decía esto: Nosotros lo hemos manejado bastante bien, siempre estuvimos cubiertos tratando de no contagiarnos, lógicamente ha cambiado mucho el contacto con el cliente ya un poco más distante, pero bueno, por ejemplo, horarios, se ha complicado bastante, hemos estado en algunos días, con poco trabajo, pero si he atendido todos los días, y tratado de cuidarnos y cuidar al cliente.

Por suerte no tuvimos ningún tiempo cerrado, siempre abierto, pero con horarios reducidos, si hice desinfectar mi negocio, para cuidar de mi cliente y ahora dentro de poco, otra vez una limpieza profunda de todo el local.

Un medio que usamos mucho en esta etapa es por teléfono con el cliente, por ejemplo, se le rompe algo de urgencia y estamos allí para solventar sus problemas, siempre dispuestos para el cliente.

 

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