Buenos Aires

Detuvieron al asesino del peluquero de Recoleta

Detectives de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires detuvieron al asesino del peluquero de Recoleta que se encontraba escondido en una casa en Moreno.

  • 29/05/2024 • 18:52
Detuvieron al asesino del peluquero de Recoleta
Detuvieron al asesino del peluquero de Recoleta

Se trata de Abel Guzmán, el estilista de 43 años que permanecía prófugo tras asesinar al colorista Gabriel Medina de un disparo en la cabeza en la peluquería Verdini, ubicada en la calle Beruti al 3017, en el barrio porteño de Recoleta. 

Al momento del escape, solo dos cámaras tomaron la huida de Guzmán tras el crimen a sangre fría: una ubicada en la esquina de Sánchez de Bustamante y Berutti a las 20.15 y la otra a las 20.18, tres minutos después, en el cruce de Pueyrredón y Corrientes, a 17 cuadras de la peluquería.

Pocas horas después del crimen, se conoció que la familia del atacante es de Santiago del Estero, donde vive Cecilia Guzmán, su madre, quien aseguró no saber nada sobre el paradero del acusado. “¡Rezo para que mi hijo se entregue lo más pronto posible!”, había expresado en su momento a un medio local.

Por su parte, la familia de Germán Medina temía que el asesino hubiera escapado a la provincia de donde es oriunda su familia y esté escondido o, al menos, que haya pasado por allí para continuar su fuga. No obstante, Guzmán estaba escondido en una casa en el barrio de Moreno, en la provincia de Buenos Aires.

El asesino, Abel Guzmán, es un hombre de trayectoria en el mundo de las peluquerías, conocido por su meticuloso trabajo con tratamientos de keratina, una habilidad que perfeccionó durante más de siete años en el salón de Facundo Verdini. Si bien tenía su clientela, “Abelo” Guzmán era percibido como una solitario y retraído, a diferencia de la víctima, que se caracterizaba por ser muy sociable.

Los clientes de Guzmán lo recuerdan en su aspecto profesional por su lema “Abelizate”, una invitación a experimentar su toque único en el cuidado del cabello en un sillón especial que tenía en el fondo del local. Por otro lado, los colegas suyos describían una tensión creciente entre él y la víctima, alimentada por problemas de ego y disputas sobre la clientela.