Juan Sotomayor: “Hace 47 años que trabajo en esta relojería, siempre he estado acá”

En las épocas doradas de los relojes, las relojerías de la ciudad de Río Gallegos eran uno de los sitios más concurridos por todos aquellos ciudadanos que dependían de esos pequeños, pero prácticos objetos, para organizar su día a día. Hoy, y tras los nuevos avances tecnológicos, los relojes de mano se han vuelto prácticamente una reliquia para aquellos amantes de lo tradicional.

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En el marco del Día Nacional del Relojero, TiempoSur visitó el local del histórico relojero de la capital provincial, Juan Sotomayor, quien lleva prácticamente una vida dedicándose a esta noble profesión. “Hace 47 años que trabajo en esta relojería, siempre he estado acá”, contó al medio.

También, señaló que, con el pasar de los años, han sido muchos los pedidos que han quedado estancados en la relojería y, también, en el tiempo. “Hay muchas cosas que quedan, algunas porque no las he vendido o nos las retiran. Han quedado muchos relojes. Hay algunos que todavía andan, pero nunca los han venido a buscar”, indicó.

Juan es un arduo trabajador que ha dedicado más de la mitad de su vida a su profesión de relojero. “No dejo trabajo si lo puedo hacer en el día, nada es para la semana que viene o el mes que viene”, detalló.

Las tecnologías avanzan día a día y de forma imparable, pero Juan, con su paso tranquilo y sus ochenta años de edad, sigue trabajando de la misma manera y con los mismos tipos de relojes con los que trabaja desde hace 47 años. “No trabajo con relojes automáticos, hago a pila o arreglos, ya que a esta edad tengo las manos medias duras y la vista ya no es como antes. Estoy tratando de hacer lo máximo posible para el vecino y para la gente que viene para los arreglos”, añadió.

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Un dato de color es que, Juan es reconocido por los vecinos de la localidad, no sólo por su impecable labor, sino también por su inconfundible y característico bigote.

El relojero divide su vida entre sus dos pasiones: arreglar relojes y el ping pong. Hace algunas semanas atrás, Juan viajó a la localidad chilena de Punta Arenas para participar en un torneo de esta disciplina y, en dos semanas, viajará a la ciudad de Río Turbio para continuar disfrutando de su otra gran afición.