Desigualdad de género

Las mujeres y la discriminación en la industria marítima

Tras la derogación de la Ley que prohíbe a las mujeres realizar carga y descarga de buques, se volvió a poner en mesa de debate la desigualdad de género en el sector marítimo.

  • 10/07/2023 • 13:49

En el año 1924 se sancionó la Ley 11.317, la cual prohíbe la inserción laboral de las mujeres en industrias tales como la minera, la fluvial y la portuaria. Esta ley continuó en vigencia hasta el año 2023 en donde, con 153 votos favorables, la Cámara Baja aprobó y pasó al Senado su derogación. Dicha normativa se traduce como una deuda histórica y una pérdida productiva inconmensurable en nuestro país teniendo en cuenta que, con el trabajo que podrían haber realizado las mujeres en las diferentes industrias, la matriz productiva de muchas empresas se habría potenciado notablemente. 

Para combatir todos estos estereotipos nació  AMAMFyL (Asociación de mujeres de la Actividad Marítima, Fluvial y Lacustre) a través de la cual se agrupan “marineras, capitanas, maquinistas, buzas profesionales, enfermeras navales y todo el universo de profesiones que podrían trabajar a bordo de buques y militar la visibilización de mujeres en estos puestos, pero que excepcionalmente se pudieron insertar en el mercado laboral, lo que no pasa con la mayoría”, explicó a TiempoSur la integrante de AMAMFyL, Lucía de Pasquale.

Dentro de la industria existe muy poca o nula representación, no solamente en lo que respecta a puestos laborales sino también en los gremios que -se supone- deberían defender sus derechos e intereses: “Los gremios de estos sectores son sumamente machistas y constituidos por hombres y si alguno de ellos pone una mujer o una Secretaría de la Mujer siempre son espacios que los ponen tipo 'pinkwashing' y realmente no hay políticas de género, no se toma seriamente ese tema”, explicó de Pasquale, algeando que mientras más intentan defender una causa “sufrimos una persecución todavía peor, una proscripción de lo que son nuestras profesiones y nos dejan totalmente afuera”, detalló. 

Los sectores de las industrias anteriormente mencionadas suelen ser los sectores “mejores pagos de la industria” y, cuando una mujer logra acceder a alguno de los puestos de trabajo, “es casi imposible que entre en planta permanente, siempre está cubriendo algún relevo. También se da en un contexto en el que somos únicas -porque la mayoría de estas empresas no tiene tripulación femenina- así que, si esto ocurre, la mayoría de las veces estamos solas y en un ambiente en donde la mujer es disminuida, menospreciada, humillada y violentada”,  al igual que acompañada de innumerables situaciones de acoso y violencia. 

Según un censo realizado por la Prefectura Naval Argentina -el cual se lleva a cabo cada cinco años- en el 2022 se registraron un total de 21.490 libretas censadas del personal navegante del cual el 2% está compuesto por personal femenino, lo cual equivale a 430 libretas: "El 90% de las afiliadas del mayor gremio de las aguas de Argentina (que es el SOMU) trabajan en el casino flotante, es como empleados de comercio, es un barco que no navega, que  está amarrado al puerto y en donde realizan trabajos de empleada o limpieza y se van a la casa, no es realmente un régimen de navegación”, contó la integrante de AMAMFyL.

“Nuestra agrupación tiene más de 150 compañeras que no tienen trabajo, de ese escaso 2% que estamos habilitadas no tenemos trabajo por lo menos la mitad”, agregó. 

Experiencia personal

Lucía es buza especialista en gran profundidad cuyo título le costó un total de 18 años conseguir porque, para poder ascender de categoría, se deben realizar horas de buceo registradas por empresas responsables de operaciones de buceo del sector. En cambio, un hombre puede lograr conseguir dicha titularización en tan sólo 5 años: “Yo por ser mujer nunca fui contratada para hacer mi tarea de buzo profesional especializada en gran profundidad. Han traído profesionales de otros países para realizar la tarea estando yo acá en Argentina militando y tratando de ser incluida. Soy la única mujer en latinoamérica que ha podido acceder a esta categoría, pero también sin resultados”, expresó con frustración.

Un aporte productivo indiscutible

A lo largo de casi 100 años, las mujeres no han podido acceder a este tipo de oficios lo cual, indudablemente, le ha sacado al sector “un montón de productividad, porque nosotras tenemos un montón para aportar y no lo estamos pudiendo hacer por todo ese prejuicio y estereotipo machista que hay en la actividad”, sentenció Lucía. 

Al ser consultada por este medio sobre cuáles suelen ser los argumentos para no contratar a las mujeres en los sectores mal llamados “masculinizados”, de Pasquale señaló que las empresas carecen de argumento con sentido teniendo en cuenta que para la realización de las distintas tareas marítimas se utilizan máquinas que no requieren de una fuerza descomunal, por lo que el tema de la fuerza “es una excusa recurrente pero falsa, porque también hay hombres más fuertes que otros y no se los está juzgando por cuantos kilos pueden levantar”, apuntó. Otra de las cuestiones que sacan a flote al momento de rechazar la entrada de personal femenino es la “habitabilidad”, argumentando que mujeres y hombres no pueden -bajo ningún punto de vista- compartir un camarote debido a que podría “provocar” al plantel masculino: “Lejos de instaurar un ambiente de respeto y de que podamos compartir espacios de trabajo, se escudan en esta excusa de que no se puede compartir habitabilidad porque los hombres se van a ver 'tentados' y entonces pueden haber violaciones”, indicó. 

“Eso nos deja a nosotras otra vez en los trabajos de cuidado en tierra. ¿A dónde vamos las mujeres que no podemos acceder al trabajo que son jerarquizados y que tienen buena paga? terminamos todas en el circuito de los cuidados: en lo doméstico, en los roles que nos asignan. Es terrible y durísimo”, concluyó.