Sociedad

Lo intangible también se recuerda: otras cinco leyendas de la Patagonia

El Castigo de los Chenques en la zona norte de Santa Cruz, la Piedra Toba en Puerto Deseado, la Cueva de las Manos en Perito Moreno, la Dama de la Noche en Chubut y el Fantasma de Pipo en Tierra del Fuego. Te contamos un poco sobre estas leyendas que pasan, año tras año, y de generación en generación.

  • 13/02/2024 • 15:09

Lo intangible no solamente se recuerda, sino que también se cuenta y, en la tierra patagónica hay muchas cosas para comentar, al margen de su extrema belleza.

TiempoSur desarrolló una nueva y exhaustiva investigación de las diversas historias y leyendas urbanas que circulan a lo largo y ancho de la Patagonia y te las venimos a contar.

En la primera edición fue el turno de Nahuelito en Bariloche; La Salamanca en Chubut; la leyenda de El Calafate, la Laguna Azul y el Parque Escultórico Bosque de Duendes en Santa Cruz.  Nos adentramos en el Cerro Susana en Tierra del Fuego y hoy, nos trasladamos a tres localidades y dos provincias que, también, tienen algo que contar:

“El Castigo de los Chenques”- Pico Truncado.

El Chenque es un tipo de tumba indígena de la Patagonia argentina, formado por una fosa en que se depositaba el cadáver y una acumulación de piedras cubriéndolo.

Dicen los paisanos que el que cava y saca esqueletos y cosas de un chenque, tendrá un castigo de cien años para él y para su familia, ya que ahí están los antiguos parientes y que ellos los maldicen.

También aclaran que todos los que han sacado flechas, huesos y cacharros se han muerto pronto o han quedado malditos y dicen que, en el norte de Santa Cruz, se conocen muchas personas que han muerto por eso.

Los paisanos tienen miedo de pasar cerca de los chenques en la noche y los miran con respeto supersticioso, ya que los chenques son como tesoros enterrados.

“Piedra Toba”- Puerto Deseado.

Una leyenda que ha sobrevivido al tiempo a través de los relatos orales, remite a una pareja de comunidades originarias cuyo amor era cuestionado por un cacique. Bajo una intensa tormenta consumó su historia con un abrazo, en el momento en que un rayo los alcanzó y petrificó, convirtiéndoles en esta mole imponente. En virtud del relato, se presume que la “Piedra Toba” es garante de buenos augurios para la perdurabilidad de las historias de amor.

Para las comunidades originarias mapuches y tehuelches, en la actualidad la “Piedra Toba” es un punto de encuentro en el que comparten celebraciones religiosas, y al que reconocen como sitio de valorización de sus historias y cosmovisiones. Es, asimismo, un elemento desde el cual comunican a los visitantes sus tradiciones.

“Cueva de las Manos”- Perito Moreno.

Existe una leyenda en Santa Cruz que cuenta que un verano, una joven adolescente tehuelche se bañaba en el río y después de secar su pelo, se vistió y se colocó la pluma que le correspondía por su rango de princesa Tehuelche. Río abajo, una señal de humo le mostró el lugar donde se encontraba su familia acampando. El lugar al que iba tenía la forma de un largo techo natural de piedra, con algunas cuevas chicas en la base. Ella empezó a subir por la ladera del barranco. 

La joven estaba bastante agitada por el esfuerzo de subir hasta allá y, al mismo tiempo, ansiosa porque se iba a encontrar por primera vez con un joven de una tribu vecina. Este joven cazador llegó a los pocos minutos, quedando enamorado al verla.

Todo parecía amor y alegría, pero nadie iba a pensar que en ese momento una enorme piedra caería, alcanzando a la princesa y dejándola desvanecida por el golpe. Con esta situación, el joven corrió para ayudarla mientras veía como otras también parecían caer. Sostuvo estas piedras con tanta fuerza que la sangre brotó de sus manos, quedando impresas en las piedras. Al instante, apareció toda la tribu para ayudar. Previo a esto, ellos estaban preparando tintura para sus prendas.

Finalmente, la joven despertó, algo confusa pero feliz al ver al joven cazador y volvió la calma. Todos los integrantes de la tribu retiraron sus manos de las piedras, pero sus huellas quedaron marcadas con todas las tonalidades de colores que habían estado preparando. Y así fue cómo se creó la Cueva de las Manos.

“La Dama de la Noche”- Chubut.

El fantasma de una bella joven asesinada por un conscripto de guardia que le disparó por error desde el puesto donde vigilaba, es una presencia aceptada por oficiales, suboficiales y soldados que revistan en la Guarnición Militar Sarmiento, en la provincia de Chubut. Lo consideran un espíritu protector por más que, algunas veces, su manifestación dispare el pánico en los efectivos más jóvenes.

La anomalía se expresa en una suerte de figura vaporosa de color blancuzco que se materializa, de repente, en la zona de la guarnición militar que limita con el cementerio del pueblo. Los que la han visto, aseguran que el espectro se mueve rápido y tiene una altura que va entre los 50 y 70 centímetros.

Un detalle en el cual muchos de testigos coinciden, es que la fecha 8 de agosto suele ser una invitación al espectro, porque ese día se asocia con un hecho dramático ocurrido en 1954 frente a uno de los puestos de guardia. Precisamente, el más cercano a la pequeña necrópolis de Sarmiento.

El trágico episodio se asocia, a su vez, con una situación amorosa sostenida entre uno de los conscriptos destinado al lugar, que por aquellos años era considerada una guarnición de castigo para oficiales y suboficiales con cuentas pendientes con la Justicia Militar, y una hermosa muchacha residente en la entonces llamada Colonia Sarmiento.

Lo cierto es que “La Dama de la Noche” suele darse alguna que otra vuelta por el predio militar, donde sus manifestaciones son mitigadas por la certeza de oficiales y soldados sobre que el espectro, lejos de tener rencor, materializa a un espíritu que protege, acompaña y da que hablar a los efectivos de la guarnición.

“El Fantasma de Pipo”- Tierra del Fuego.

El penal de Ushuaia (o la Cárcel del Fin del Mundo, como popularmente se la conoce) funcionó desde 1902 hasta 1947 como presidio de máxima seguridad. Los libros de historia indican que, en 1889, en la Isla de los Estados existía ya un penal de similares características, pero que debió ser trasladado por sus extremas condiciones climáticas. También existen versiones que señalan a la construcción del presidio en Ushuaia como un hecho político, debido a la cercanía con Chile y la falta de argentinos en la zona.

Lo cierto es que el penal fue ampliándose en número de personas y en número de pabellones. La mano de obra utilizada con este fin, estaba compuesta por un puñado de presidiarios que tenían un buen comportamiento ante los ojos de los carceleros. 

Los presos se movían en tren desde el penal hacia el bosque, pasando por un aserradero. La función que cumplían era la de talar árboles donde hoy está el Parque Nacional Tierra del Fuego. Uno de los presidiarios era Pipo, quien le daría nombre al río más famoso de la provincia. Un frío día de invierno en 1917, Pipo decidió huir del tren y saltar hacia su libertad. Presos y guardiacárceles vieron como Pipo corría a toda velocidad en dirección al río Ajej, que en ese momento estaba congelado. El suelo de hielo se quebró y Pipo desapareció, sin dejar rastro alguno, pero marcando un precedente y dándole una nomenclatura popular a aquel cauce de agua.

Hasta la actualidad, hay quienes dicen ver al fantasma de Pipo los días de tormenta invernal.