Columna

Siempre hay obstáculos, pero la reconstrucción está en marcha

Por la diputada nacional, Paola Vessvessian. 

  • 18/04/2021 • 12:27
Paola Vessvessian
Paola Vessvessian

Yo sé que para muchísimas personas el rebrote del COVID-19 es un evento inesperado, que acarrea temores y angustias comprensibles y justificadas.

Por eso me parece que es tan importante convocar hoy a que no nos gane la desesperanza.

Hace días, nada más, celebramos los 60 años de la creación de la Diócesis de Río Gallegos, bajo el lema de “Soñar con los pies en la tierra” y el propio Papa Francisco, que siempre nos llena de orgullo como compatriotas, nos dedicó un mensaje en el que resaltaba que “un pueblo que no deja de soñar está vivo”, señalándonos, casi como una obligación, el camino de superar las adversidades todos juntos, como comunidad.

Y estoy convencida de que no se trata de frases bonitas sino de una necesidad concreta y asequible, si sabemos mirar más allá de los títulos catástrofe y de las grandilocuentes frases de quienes nada hacen… y pretenden no dejar hacer a los demás.

Poco antes de que finalizara el año que pasó, escribía en estas mismas páginas que era el momento de renovar la esperanza, luego de años muy difíciles, especialmente el 2020 en que vivimos acosados por la pandemia de COVID-19.

Mi optimismo, si bien forma parte de mi naturaleza, no se basaba en ningún pensamiento del orden de la fantasía, de que por algún tipo de designio misterioso nuestros problemas desaparecerían mágicamente, porque sé positivamente que no será así. Sí tenía claridad acerca de que una parte significativa de las mayores limitantes para nuestra comunidad empezaban a ser removidas.

Y me gratifica saber que no estaba equivocada.

El inicio de la campaña de vacunación, con más de seis millones de dosis aplicadas y 62 millones que ya han sido garantizadas por contrato para nuestro país, nos ponen ante la certeza de que la pandemia puede ser derrotada y de que, más temprano que tarde, los casos de COVID graves o mortales tenderán a desaparecer.

En nuestra provincia, con un trabajo que no se detiene, hemos logrado estar entre las que más proporción de población de riesgo ha logrado inmunizar.

No son estos datos menores ya que, pese a los retrasos de los proveedores que venimos padeciendo, es necesario no perder de vista que, en la batalla global por el acceso a las vacunas, muchos países aún luchan por obtenerlas, pero a diferencia del nuestro, sin éxito.

Claro que, mientras avanza la campaña de inmunización, debemos redoblar los cuidados para que no recrudezcan los contagios en las nuevas olas como las que asolan a muchos países, nuestros vecinos entre ellos, y comienza a suceder en las grandes aglomeraciones argentinas.

Y en esto, tampoco es irrelevante poder contar, como lo hacemos, con gobernantes responsables y convencidos de que el cuidado de la salud es siempre prioridad. Nuestra Gobernadora ha ratificado el compromiso de la Provincia en la implementación de las acciones necesarias para la contención de los contagios y la adhesión a las medidas nacionales de prevención, así como el presidente, Alberto Fernández, enfatizó que con el virus no se negocia.

Las bajas temperaturas implican un nuevo desafío, que podremos superar si somos capaces de autoimponernos las conductas de cuidados necesarias para evitar los contagios.

Vencer a la pandemia implica, además de la obvia tranquilidad sobre la propia salud y la de nuestros seres queridos, la posibilidad cierta de que el paulatino retorno a una normalidad más parecida a la que conocimos hasta la irrupción de esta “peste” no se interrumpa y sea cada vez más rápida.

Inclusive cuando, seguramente, algunas de las transformaciones que la pandemia introdujo en nuestras vidas -como el uso de tecnologías de información y comunicación- quedarán incorporadas y serán parte de las nuevas rutinas.

No podemos darnos el lujo de ignorar que, ese retorno paulatino, empieza a reflejarse en “buenas noticias” económicas que dan cuenta de la recuperación de la producción y del empleo.

Sólo para poner algunos ejemplos: en las comparaciones interanuales de lo sucedido en enero y febrero de 2021 a nivel país, podemos ver que la actividad de la construcción creció más del 20% respecto a la del año anterior (todavía no había pandemia) y que la actividad industrial también aumentó por encima del 2020.

En nuestra provincia, sectores claves como hidrocarburos y minería van recuperando los niveles de actividad prepandemia, en algunos casos con mejores precios de exportación, mientras que todos los especialistas sectoriales coinciden en pronósticos especialmente favorables para estas actividades en Santa Cruz.

Claro que, en este tránsito hacia la total recuperación, tenemos que seguir alertas a la heterogeneidad de las situaciones, para seguir dando las respuestas necesarias, especialmente a quienes más lo necesitan y a los rubros que siguen comprometidos.

Así como es muy positiva esta dinámica, también es obvio que volver al punto de partida no puede conformarnos: es indispensable volver al crecimiento y la redistribución económica.

La buena nueva es que esto es posible: con la renegociación de la deuda externa en moneda extranjera concretada el año pasado, no sólo se ganó sustentabilidad y tiempo para volver a crecer evitando las políticas de ajuste. Lo principal es que se le puso fin al ciclo de especulación financiera para pasar a privilegiar la producción local de bienes y servicios y, por ende, la creación de empleos.

En lo particular de nuestra provincia, no sólo nos encuentra mejor parados, con las cuentas ordenadas y sin deuda en dólares. También debemos valorar que se acabó la época de la discriminación y los intentos de asfixia desde el Gobierno Nacional, para ingresar en una etapa de diálogo y cooperación mutua. Las recientes visitas de los ministros del Gabinete Nacional es sólo una de las muestras del cambio operado en la relación con el gobierno federal.

Yo estoy convencida de que sigue siendo motivo de festejo la presencia conseguida por la Provincia en el Presupuesto para este año, en el que no sólo logramos uno de los mayores incrementos en cuanto al gasto nacional en el territorio, sino que además conseguimos el financiamiento necesario para dar un salto cualitativo en la concreción de las obras de infraestructura pendientes.

Esto es, ni más ni menos, más trabajo y mejor calidad de vida para las familias santacruceñas. Para hoy y para el futuro, por el efecto multiplicador que deriva de la inversión pública.

Como decía al principio, nuestros problemas no desaparecerán en forma mágica, pero empezamos una nueva etapa para su resolución, aun cuando no sea un camino lineal.

Si bien la pandemia nos puso en una actitud más bien defensiva, y vuelve a representar desafíos, creo que es el tiempo de iniciar el despliegue de nuestros proyectos individuales, familiares, colectivos y económicos; siempre reconociendo las dificultades, pero conscientes de que los obstáculos comienzan a ser superados.

La pandemia nos mostró que somos una comunidad valerosa hasta el heroísmo, y que nuestra fuerza nace de la voluntad colectiva.

Con esa misma garra e idéntica convicción, transitemos el camino de la reconstrucción, sin dejar jamás de cuidarnos, de cuidar y de ayudarnos unos a otros.

Porque hayamos caído en la cuenta o no, la reconstrucción ya está en marcha y, con los pies en la tierra, podemos y debemos trabajar por nuestros sueños.