Siguiendo Ballenas: Ciencia y Conservación en Movimiento

Santiago Fernández, becario doctoral en el Laboratorio de Mamíferos Marinos del CESIMAR-CENPAT-CONICET, explicó que actualmente 8 de los 10 dispositivos instalados en ballenas transmiten información. Según Fernández, “los movimientos se pueden ver en la página web del proyecto, siguiendoballenas.org. Todavía no tenemos resultados finales, pero sabemos que las últimas ballenas salieron los primeros días de noviembre y se dirigieron a distintas áreas de alimentación”.  

Sobre las zonas que frecuentan los cetáceos, detalló: “Hay individuos que utilizan la plataforma continental argentina, en aguas de menos de 200 metros de profundidad, y otros que están en el talud continental, donde la plataforma se hace más profunda. Algunas ballenas incluso están en aguas de hasta 4.000 metros de profundidad”.  

Los dispositivos, diseñados por Wildlife Computers, se colocan de forma segura en el lomo de las ballenas. “Están todos esterilizados, como si fueran un piercing. Además, evaluamos si el implante se infecta, cómo cicatriza la herida y cómo evoluciona mientras están en los golfos”, afirmó Fernández.  

El momento de la implantación también es clave para el equipo. “Esto lo hacemos cuando las crías ya son grandes y están listas para migrar con sus madres. Por ejemplo, este año lo hicimos en septiembre. En años anteriores, lo hicimos en octubre, siempre asegurándonos de no causar ningún riesgo a las ballenas”, agregó.  

Un proyecto de largo aliento y resultados alentadores  
El programa Siguiendo las Ballenas opera de manera continua desde su creación, salvo en 2018, por falta de financiamiento, y en 2020, debido a la pandemia. Fernández indicó que los datos recolectados permiten estimar áreas de alimentación y analizar patrones de movimiento: “Podemos saber cuánto se desplazan por día, a qué profundidad bucean, cuánto tiempo permanecen en un área y por qué eligen ese lugar en particular”.  
En el ámbito local, Fernández trabaja en su tesis doctoral estudiando los movimientos dentro de los golfos norpatagónicos. “Analizo cómo se mueven en el Golfo Nuevo, Golfo San José y Golfo San Matías. Me enfoco en los patrones de movimiento dentro de estas áreas reproductivas para entender el comportamiento de las ballenas en esos espacios”.  

Los censos aéreos son otra herramienta clave del proyecto. El equipo recorre la costa desde el río Chubut hasta Puerto Lobos en avionetas a 200 metros de altura. Fernández recordó que en el último censo, realizado en agosto, contaron 1.470 ballenas. “Obviamente no es el número total, porque algunas están en zonas más profundas, pero es un número interesante. Cuando comenzamos los censos en 1999, había entre 600 y 800 individuos. Ahora vemos casi el doble, y lo más alentador es que hay muchas más madres con crías”.  

Crecimiento de la población y colaboración internacional  
Según Fernández, la creciente presencia de madres con crías en zonas protegidas refleja que la población de ballenas está aumentando. “Las hembras preñadas eligen estas aguas tranquilas para dar a luz, mientras que los individuos solitarios exploran otras áreas, como el Golfo San Matías y el Golfo San Jorge”.  

El proyecto también se destaca por su enfoque colaborativo. Fernández mencionó que “participan organizaciones de Argentina, Brasil y Estados Unidos, como el CONICET, el Instituto de Conservación de Ballenas, la NOAA, la Universidad de California y el Instituto Aqualie. Somos muchas personas trabajando juntas, lo que nos permite llevar adelante más investigaciones y acciones”.   Siguiendo las Ballenas continúa siendo un modelo de cooperación científica y un pilar en la conservación de la ballena franca austral, marcando el camino hacia una mayor comprensión y protección de los océanos.