En Texas, un condenado se arrancó los ojos en el "Corredor de la muerte"
Ni la peor película de terror puede replicar la historia de Andre Thomas, que mató a su esposa y dos hijos, les sacó sus corazones y se los llevo en una bolsa.
El caso de Andre Thomas, condenado a muerte por los asesinatos de su esposa y dos pequeños hijos, a los que luego de apuñalarlos les sacó el corazón para llevarselos en un bolsillo, genera por estos días amplio debate en los Estados Unidos. Sucede que Thomas se arrancó un ojo con sus propias manos y se lo comió en el "Corredor de la Muerte", quedando ciego y ya se había sacado el otro en 2005, a poco de cometidos los espantosos asesinatos. Los defensores de la pena de muerte sostienen que Thomas, de 35 años, sabe lo que hace y llegó a estas acciones demenciales simplemente para evitar la inyección letal a la que fue condenado. Sus abogados, en cambio, intentan por todos los medios demostrar que Thomas no está en sus cabales, y ya no lo estaba cuando cometió los espantosos crímenes de su familia.
En muchos foros legales debaten si es justo ejecutar a una persona que no está en su sano juicio, cuya locura le impide reconocer el cariz de sus acciones. Se trata de una "grieta legal", una zona gris en la que cada parte cree tener la razón y que deberá seguramente laudar la Corte Suprema. Los abogados de Thomas trabajan para probar que se está por ejecutar a un enfermo mental, pero en 2016, el tribunal que lo condenó rechazó una apelación de Thomas. El caso acaba de llegar a la Corte Federal de Apelaciones del Quinto Circuito, en Nueva Orleáns, que el martes escuchó los argumentos para ver si se avanza con la ejecución.
La ex esposa de Andre Thomas, Lauren Boren, y su hijo de 4 años y 13 meses fueron masacrados en marzo del 2004 en el condado de Grayson, a un centenar de kilómetros de Dallas. La mujer y sus hijos fueron apuñalados y Thomas confesó que les había sacado el corazón para "tirarlos por ahí". El caso provocó una conmoción tan grande que nadie dudaba de su condena a muerte, pero si bien se conocía su historial de problemas mentales, cuando en 2005 Thomas se arrancó un ojo en prisión el tema comenzó a girar hacia cual era su grado de insanía. Y años después se arrancó el otro ojo, y contó a los carceleros que se lo había comido. Desde entonces está en la unidad psiquiatrica.
Ahora la abogada Catherine Carroll sostuvo que la enfermedad mental de Thomas "no fueron diagnosticadas ni tratadas y eso lo llevó a cometer los crímenes". Del otro lado, les contestan que los médicos lo han considerado "con la cordura mínima como para ser ejecutado". Pero el tema está lejos de agotarse, y son muchos los que dudan si el reo enfrentará finalmente la inyección letal o terminará recluído en un instituto psiquiátrico.
En la actualidad, Thomas suele imitar el sonido de un automóvil y mover sus manos como si estuviera dirigiendo y cambiando de marcha. Con su medicación, los médicos lo han llevado a "parecer casi cuerdo", aunque cuando le preguntan por sus crímenes, dice "no tener idea de por qué quieren ejecutarlo". "Tal vez porque soy negro", agrega, para caer a veces en devaneos: "no quieren que cumpla mi propósito, no quieren que sea superior...". En breve nos enteraremos si arrancarse los ojos le alcanzó para evitar la inyección letal, aunque Texas es un estado de extrema dureza con sus condenas a muerte.
Fuente: Perfil.