Tras sofocar el motín en el penal de Tacumbú, trasladaron a un jefe narco y a 600 reclusos
Las fuerzas de seguridad recuperaron el control del penal, luego de que se rindiera el líder narco, Armando Javier Rotela. Tras algunas escaramuzas, en las que murió un agente penitenciario, los sublevados se entregaron exhibiendo sábanas blancas.
Las fuerzas de Seguridad de Paraguay recuperon, este lunes, el control del penal de Tacumbú. Luego de que el líder narco, Armando Javier Rotela, se rindiera tras un motín en el que murió un policía, 600 reclusos fueron trasladados a otra cárcel, informaron las autoridades.
Casi el 100 por ciento del penal de Tacumbú ya fue “recuperado” en el marco del Operativo Veneratio, reveló el comisario Nimio Cardozo, según replicó el medio local ABC.
Rotela, quien cumple una condena de 27 años de cárcel, fue finalmente trasladado a Viñas Cué, otra penitenciaría de máxima seguridad, agregó el oficial.
Cardozo también aseguró que el Estado no tenía la mínima intención de “negociar” con el líder criminal, sino que el objetivo era reducirlo.
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Todo comenzó cuando Rotela y sus cómplices -que se enteraron un día antes de los planes del traslado- intentaron resistir la orden armados con fusiles. Pero luego de algunas escaramuzas, en las que murió un agente penitenciario, decidieron entregarse exhibiendo sábanas blancas.
El Gobierno del presidente Santiago Peña confirmó que la idea de sacar al jefe narco de esa cárcel, busca la "eliminación del sistema de gerenciamiento desde Tacumbú de la distribución de estupefacientes, que envenenan a unos 90 mil jóvenes en Asunción y Central".
Fotografías publicadas por diarios locales, muestran al líder criminal saliendo de la cárcel de Tacumbú en calzoncillos, remera y medias.
Durante la operación, murió el suboficial Martín Mendoza, como consecuencia de un "corte" hecho con un hacha o un machete en la cabeza, informó David Torales, director del Hospital de la Policía. Mientras que 14 policías y dos internos con heridas de bala, cortes y golpes, fueron derivados al hospital de Barrio Obrero.
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Alrededor de 2.300 efectivos policiales y militares trabajaron en el denominado Operativo Veneratio, tras meses de tareas de inteligencia.
Pese a que los agentes penitenciarios no tenían conocimiento de la operación, los grupos criminales accedieron a la información un día antes, lo que derivó en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
El Ministerio de Justicia explicó que el objetivo de la operación "es la erradicación de los privilegios y potestades de las bandas criminales", "una mejor distribución de internos y la presencia institucional y efectiva del Estado en un territorio parcialmente secuestrado por la criminalidad, desde hace años".