Entrevista Justicia ciega y con guitarra Juez desde hace 8 años, pero Profesor de Guitarra al mismo tiempo. Emoción y razón, fallos y zamba, en un mismo combo. 03/12/2017 • 17:42 "La música y el derecho son amores y puedo convivir con los dos" Detener audio Escuchar La imagen muestra a un guitarrista tocando en el Pre Cosquín del año 2000. Luego recibiendo su premio. La cámara lo sigue, como en un documental, al escenario del festival de Pico Truncado. 17 Años después sería entendible que ese joven de 25 años, Profesor de Música recibido del Conservatorio, luego de tocar una zamba en el Pre-Cosquín del 2000 y sea premiado, toque además en el Festival de Pico Truncado. 17 Años después, sería entendible que ese joven sea ahora un reconocido músico patagónico. No es este caso. Antonio Fabián Andrade es Juez de Familia en Río Gallegos desde el 2009. La música, palabra que deriva del griego, y que significativa “el arte de las musas” fue –valga la redundancia- su musa para ejercer derecho desde 1998 cuando se recibió en la Universidad de La Plata. Andrade fue Profesor en el Conservatorio hasta 2007. Este año volvió para dictar “Formación ética y Ciudadana”. Por día, tiene entre tres a cuatro audiencias en el laberíntico juzgado donde trabaja, sin contar las decenas de denuncias de violencia intrafamiliar que ingresan a su juzgado. “Mi trabajo es mediar y tratar de recomponer”, cuenta, aunque confiesa: “Tengo más amistades en la música que en la Justicia”. También escribió una novela llamada “El Arcángel”, editada en 2013. “Está dedicado a los niños dados en adopción”, dice, pero admite que todavía no pudo terminar la segunda parte que se llamará “Plan B”, el cual también podría ser el título de su vida cuando se aleje de la Justicia. Desde hace casi dos décadas combina leyes, decretos, códigos, disposiciones, resorciones, etc. con un cancionero. TS: A primera vista nada tiene que ver la música con la Justicia. -A primera vista no tiene nada que ver, es cierto. No sé si recuerda que en la filosofía posmoderna había muchachos muy inteligentes que son los existencialistas, como Sartre, Heidegger, un poco Nietzsche. Ellos todo lo que tiene que ver con la existencia humana, le dan mucha preponderancia al arte, sin desatender las relaciones y vínculos humanos. Me parece que los seres humanos tenemos esa doble naturaleza que tiene que ver con lo racional y emocional. Si uno se circunscribe solo a lo racional y pierde lo otro, pierde lo humano. A mí me ha servido mucho para ponerme en la piel ajena y poder entender los conflictos, la miseria, la angustia, tratar de componer. A veces es difícil, otras, es imposible. Es una dualidad, en donde debe ser difícil ser Juez de Familia en Río Gallegos. -Es difícil en cualquier lugar del mundo ser Juez de Familia. Es una actividad que hace un nexo entre las pasiones y hay que saberlo llevar, y saber hasta donde uno puede intervenir. Una tarea que requiere mucha capitación, autoconciencia de conocer realmente todas las posibilidades y con una cuestión ideológica, porque depende de qué lado estás parado, sobre la defensa de los derechos humanos, si sos conservador o no. Muchos criterios te pueden limitar a resolver el caso de una u otra manera. Inevitablemente trata con chicos, que seguro le ha tocado alguna fibra íntima. -Los casos que tienen que ver con maltrato familiar siempre. Me tocó un caso muy conocido de una nenita de 5 años que le pegó la mamá la cabeza contra una mesa, salió en todos los diarios. Fui a la casa, vi cómo estaba a la nena, fue muy duro. En los casos de conflicto, cuando hay abandono de chicos, el hecho de que intervenga un Juez de Familia es muy delicado. Trato permanentemente de tener mucho acceso a los chicos cuando hay conflictos familiares y trato de tomar todas a las audiencias. Muchas veces debo ir a las casas de los chicos. Un caso que fue terrible, fue el caso de Abigail. Todos los funcionarios judiciales tuvimos que cargar con una situación que fue de las más terribles que me ha tocado vivir. El dicho popular dice que la Justicia es ciega ¿Cómo es en Santa Cruz? -Me abstengo de opinar. Sé que hay muchas cosas que tienen que ver con la legislación y funcionamiento, adhiero a la idea de que hay ser autocrítico, lo soy en mi sede judicial. Uno a veces se enceguece por la vorágine laboral, pero hubo incluso propuestas de propios empleados y las hemos llevado adelante porque es necesario tener una mirada abierta, esto que he tratado de hacer en el juzgado, habría que tener una idea abierta para una justicia respetada, un poder judicial con autoridad, que entienda las necesidades y alternativas para el ciudadano común. Es algo no local, sino quizás nacional: no se cree en justicia y la idea de que no hay justicia. -Disiento con ese pensamiento colectivo, la Justicia está idealizada. Apelo de nuevo a Nietzsche, que es un gran crítico del derecho, porque en el fondo se encarna la venganza y esa actitud vengativa complica las cosas. Se confunde justicia con venganza. -Está un poco confundida. La Justicia es un valor, tenemos un poder judicial con leyes humanas perfectibles, que tienen a un tipo de control social que no tiene que ver con la venganza y nunca tendrá que ver, porque no sería civilizado, quizás tiene que ver un poco con la equidad, con equilibrar las cosas. Si me pasa algo como víctima, yo voy a querer la última circunstancia de la pena máxima, pero quizás no es lo que corresponda. Es muy difícil. Es cierto que el poder judicial está en una situación estructural social en cuanto a la falta de credibilidad, también tiene que ver con la autoridad institucional. Pensemos a nivel nacional, por ejemplo, qué autoridad tiene la de la educación, salud, las fuerzas de seguridad, el poder ejecutivo, los ministerios, ¿todos tienen el nivel de autoridad que el ciudadano confía? El poder está en eso también. Hay una crisis de hace muchos años, pero es estructural y amerita al menos algún tipo de intervención del diálogo y consenso. Trabaja con vínculos y personas. Ha visto lo peor de la miseria humana. -Me sorprendo a mí mismo porque creo que nunca dejo de ver lo peor. Hay cosas que me han sorprendido. Cuando uno cree que una persona no sería capaz de hacerle algo a otra cercana del vínculo familiar y uno ve que es así, y que lo puede hacer, lo hace, y uno lo corrobora, lo constata y lo comprueba, es difícil entender la naturaleza humana. Siempre retomo a Hobbes (filósofo inglés) que dice que el hombre es el lobo del hombre. Lo peor de todo es que quizás tenga que ver alguna situación peor. También no me deja de sorprender la bondad humana, como el caso de las adopciones en donde se ve alegría. He visto un grupo familiar que siempre me sorprendió que una familia abra a tres hermanitos con conflictos, con historia. Existen esas personas. Y he tenido otros, un nene grande que está feliz y contento... Y hay que tener un corazón enorme para eso. Ahora uno entiende por qué es necesaria la música en su vida. -La música me atraviesa. Ha sido mi vida. Mi mujer es música, mi mejor amigo es músico, mis parientes, primos... He estado a cargo de coros, he sido solista, tocado en dúos, tríos. ¿Dejaría toda su carrea por ser músico? -Es como que te hagan elegir entre el amor de un hijo, amigo, sobrino o mujer. Se puede convivir, la música y el derecho son amores y puedo convivir con los dos. No me imagino una vida sin esas dos actividades. Todo eso soy yo. Temas Entrevista Lás más leídas en Política