Espacios eficientes

“El ahorro energético no apunta a salir del confort, sino a tener un consumo apropiado”

Sigue el debate en torno a la modificación de los valores de las tarifas, y mientras eso sucede la ciudadanía intenta sortear los altos costos. Cómo es posible el ahorro energético en el hogar. Menor demanda de energía, hábitos cotidianos y nuevos productos en el mercado.  

  • 13/05/2018 • 12:52
Las opciones eficientes permiten ahorrar a largo plazo, pero demandan una alta primera inversión
Las opciones eficientes permiten ahorrar a largo plazo, pero demandan una alta primera inversión


El consumo de energía es indispensable en todos los hogares para el funcionamiento de electrodomésticos, calefacción, iluminación, entre otros, y en los últimos años con el aumento en el bienestar de las viviendas, el consumo energético doméstico presentó un aumento sostenido.
En la Argentina hoy en día el ojo está puesto en el costo de las tarifas de luz y de gas debido a que el Gobierno nacional entiende que es imperioso realizar un ajuste en sus valores. En contrapunto, el usuario lo rechaza al notar que más del 10% de su salario se va en pago de boletas de servicios, por eso es que en las últimas horas la oposición elevó una iniciativa al Congreso para frenar las alzas.
En este marco de incertidumbre en medio de los tarifazos está el ejercicio de cómo se puede plantear y hablar en el seno del hogar de eficiencia energética. Según los expertos en la materia pequeñas modificaciones en los sistemas de iluminación o de calefacción, además de cambios en las estructuritas para evitar el derroche de energía en sectores ociosos o secciones de una vivienda o edificio son algunos de los pasos esenciales para resistir la llegada de boletas de servicios básicos que no paran de crecer. Incluso los más radicales estiman que cambiando hábitos e invirtiendo en artefactos eficientes se pueden economizar hasta dos boletas de luz y dos de gas al año, medidas que fácilmente pueden ser cuestionados por el impacto negativo que este esfuerzo podría llegar a tener sobre la calidad de vida.
“En general todos los artefactos tienen estudio energético”, comentó Paula Bilbao del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), haciendo alusión a que a la hora de adquirir algún electrodoméstico en el mercado el consumidor empiece a mirar no solo su costo final, sino además su calidad y gasto energético. Heladeras, lavarropas, aire acondicionado o calefones fueron los primeros aparatos que comenzaron a ser etiquetados “A, B, C, D….” (La A es la mejor y de menor consumo, y en el último tiempo lanzaron al mercado las A+). Para aquel que hasta este momento no sabía para qué era el sticker pegado en su electrodoméstico ahora puede comprobar que ese es un etiquetado energético que más allá de indicar su funcionamiento en sí, muestra en una escala su consumo. 
Otra tendencia que también se generó en los últimos años es la inversión de mucha tecnología en lámparas para que lo que se consume sea mejor y eficiente, y su costo no sea tan caro. No obstante, Bilbao enfatizó que la eficiencia de un inmueble pasa por que éste esté preparado para consumir menos energía, y además uno comience a incorporar para disminuir el consumo tanto de iluminación y/o calefacción una nueva matriz para el uso racional de la energía.

Economía doméstica
Si uno se pone como meta tener un hogar sustentable hay múltiples factores que inciden en ello, por lo que la profesional insiste en que el cambio de hábitos es una pieza esencial para no perder los estribos. Pero para quienes entender un poco cómo generar un ambiente energéticamente eficiente explicó que primero hay mirar hacia arriba: el techo de la casa. Su superficie es lo primordial dado que de eso depende la trasferencia del calor. Aquí uno se puede topar con que no está térmicamente preparado (dimensiones con relación a los materiales de construcción) para retener el calor, y éste fluye constantemente hacia el exterior. 
Después están las ventanas como segundo factor, que son las que más pueden transmitir el flujo de temperatura por el material, seguido de los muros e infiltraciones por ventanas, puertas o agujeros que puedan haber quedado en la construcción, lo que provoca que una vivienda no sea eficiente. 
La aislación en el piso, por su parte, es un punto importante también. En resumen, para que se pueda hablar de eficiencia se deben analizar las características de la vivienda para que sea ralamente sustentable, y después tener en cuenta todo lo que sean equipos electrónicos, que cada vez van siendo más los elementos etiquetados que van indicando cuál consume más o menos. 
“Es importante poder ver el lado del consumo porque las tarifas comienzan a aumentar y se toca el bolsillo, y cuando eso pasa uno se empieza a fijar en otras cosas más allá de lo ecológico”, dijo la especialista, quien añadió: “Una casa con años se la puede acomodar para hacerla más eficiente, pero hay que ver cómo fue construida, sus materiales, y sumar a ello también el cambio climático”. 
Por toda esta sumatoria de factores es que Bilbao dijo que juega un rol esencial la mentalidad de la persona porque muchas veces la inversión que se hace para comprar lámparas led, por ejemplo, no da frutos si no se cambia la rutina de consumo, es decir, salir de una habitación y no apagar la luz. 
Consideró que se debe hacer un análisis entre costo de inversión para adaptar nueva tecnología en el hogar frente al ahorro diferido que habrá con el tiempo.
La Fundación Biosfera, una ONG que trabaja para crear un ambiente sostenible y solidario a nivel nacional e internacional, afirma los dichos de la especialista en el sentido que cree que el ahorro depende de múltiples factores, que van desde los cambios de hábitos hasta la inversión en artefactos energéticamente más eficientes, ya que con la combinación de ambas se ahorra. 
Sin embargo, hay muchos que creen que incorporar nuevos hábitos es lo mínimo para ahorrar energía, y el esfuerzo mayor pasará en reemplazar electrodomésticos por otros energéticamente más eficientes y que no todos los hogares están en condiciones de adquirir por sus costos (ver recuadro).
La integrante del INTI sobre este punto opinó que no observa una masiva inclinación hacia la incorporación de nuevas y más eficientes tecnologías, en parte porque entiende que la comunidad no tiene una fuerte conciencia de lo que es el ahorro energético. Dijo que se debe internalizar que va más allá del ahorro en dinero; el gasto pasa por saber que esa energía tiene un costo para generarse y distribuirse, y en todo el proceso esa energía no se cuida. “Solo con apagar las luces o generar una rutina de calefacción distinta a la que uno hace ahí estas ahorrando sin necesidad de cambiar todos los equipos de tu hogar”, manifestó. Y añadió: “El ahorro energético no apunta a salir del confort, sino tener un consumo apropiado con menor demanda de energía. Entiendo que se debe ir dando de a poco”.