La oposición no volvió a pedir la sesión por la Ley de DNU y estudia los pasos a seguir
Luego de fracasar por falta de quórum en el recinto, los bloques de la oposición en la Cámara de Diputados aún no presentaron el pedido de una nueva sesión para tratar la reforma del régimen de DNU y el decreto sobre canje de deuda, pendientes de las negociaciones abiertas por el Presupuesto 2025.
Este martes, unos minutos antes del horario de la convocatoria al recinto, ante la certeza de que no estaban los números para el quórum, los bloques de Encuentro Federal, Unión por la Patria y Democracia para Siempre circularon una nota en la que informaban sobre una prórroga de la sesión para el jueves 21 de noviembre.
El presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, desconoció esta postergación y declaró caída la sesión, lo que obliga a los bloques opositores a hacer una nueva convocatoria.
El revés sufrido ayer en el recinto producto de las presiones de la Casa Rosada sobre los gobernadores con el Presupuesto como carnada, fue un cimbronazo que sacudió fuerte a los opositores.
Ya probaron en carne propia que la pileta a la que se tiraron no tenía la suficiente agua y no pueden dar un salto al vacío.
Con las barbas en remojo, estudian los pasos a seguir. Si en la negociación con los gobernadores por el Presupuesto 2025 la Casa Rosada ofreciera un mínimo de concesiones que alcanzara para bajar las defensas de los diputados que responden a esas terminales provinciales, la sesión del jueves quedaría neutralizada.
Exponerse a una nueva derrota no sería negocio para nadie. Y menos para Encuentro Federal y Democracia para Siempre que vienen de pagar el precio de mostrarse en una alianza incómoda con el kirchnerismo, a cambio de nada.
Si al menos esa sociedad le redituara en sanciones de leyes relevantes, el precio a pagar tendría sentido desde una lógica de costo-beneficio.
El traspié de ayer demostró que la apuesta no tenía sustento político y da una pista concreta de que el frente anti Milei en el Congreso tendría prácticamente los días contados.
La fortaleza que viene mostrando el oficialismo a partir de su habilidad para desarmar las rebeliones legislativas es inversamente proporcional a la capacidad que tengan los bloques opositores para sostener en el tiempo su inusitada alianza política.
El Gobierno ya venía de mostrar credenciales de triunfo al construir mayorías superiores al tercio de los votos cuando le tocó resistir la ofensiva opositora contra los vetos a las leyes de movilidad jubilatoria y financiamiento universitario.
El PRO volvió a sacar chapa de aliado estable del Gobierno y no volverá a diferenciarse por lo menos hasta marzo del año próximo.
La bancada que preside Cristian Ritondo había dado algunas señales equívocas con respecto a la ley de DNU: se había negado a firmar el dictamen de rechazo de La Libertad Avanza.
Esta actitud levantó alguna suspicacia y no faltó quien especulase con que el PRO podía abstenerse en la votación, en el hipotético caso de que la oposición consiguiera el quórum.
Ese amague de autonomía fue una forma de subirse el precio en su relación con el oficialismo, y vaya si lo logró.
Como premio a la lealtad, el macrismo consiguió que La Libertad Avanza diera su apoyo y aportara firmas para el pedido de sesión especial del miércoles próximo, con Ficha Limpia como tema cabecera, sumado al voto postal de argentinos residentes en el exterior.
Eran temas que el oficialismo no tenía apuro en sancionar este año, pero cedió para que el PRO tuviera su merecida recompensa.
El apoyo del bloque de la UCR, en cambio, no tuvo una contrapartida. Fue ayuda a título gratuito y puramente vocacional.
Antes del éxodo de los radicales díscolos, Rodrigo de Loredo tenía que “remar en dulce de leche” para unificar posturas de colaboración con el oficialismo. Ahora el alineamiento se produce casi automáticamente.