Tiza y fibrón Leona de la educación Veinte años lleva trabajando el Centro de Alfabetización, al cual han asistido personas con discapacidad, de otros países, jóvenes y grandes. Una mujer de 90 años egresó allí. Silvia Villa de Curi es la fundadora y ha sido reconocida internacionalmente. Docente jubilada, se ve ligada de por vida a la tiza y el fibrón. Un proyecto educativo que le es imposible abandonar y que conlleva una historia sentimental que le da fuerzas para seguir. 28/05/2019 • 14:23 Detener audio Escuchar “Nuestros clubes son lugares donde los individuos dedican tiempo y esfuerzo a mejorar sus comunidades y el mundo”, es la definición del Club de Leones a nivel internacional y así lo llevan adelante en Río Gallegos hace más de 50 años. En esta ciudad capital cuentan con un banco de alimentos, se ocupan de la celiaquía, entrega de lentes, consultorio médico los lunes y entre otras cosas, poseen un Centro de Alfabetización que trabaja incansablemente hace aproximadamente 20 años y es el único en el país. Silvia Villa de Curi es docente –jubilada- y fundadora del proyecto educativo y contó cómo es el desarrollo del mismo, como así también en qué consiste y la significancia de este espacio para su vida personal, ya que apareja una historia personal, tanto desde lo profesional como en lo sentimental. Educación sin distinción En 1992 Silvia, junto a su esposo fallecido, León Frigerio Curi, juraron en el Club de Leones y desde aquel año han formado parte del mismo activamente. Sin espacio físico por aquellos tiempos, el gobernador Néstor Kirchner en 1999 les cedió en comodato la casa ubicada en Pellegrini 198. “Cuando vimos esa hermosa mansión, mis compañeros leones me preguntaron si no me animaba a dar clases de alfabetización y yo les dije ´ ¿será?, ¿vendrán?´. En agosto nos dieron la casa, se inauguró y en septiembre ya funcionábamos con seis señoras totalmente analfabetas”, recordó Silvia. Estudiaron los meses que les quedaban del año y ya no había nada que los detenga. Cada vez se fueron sumando más personas y a lo largo de estos 20 años egresaron 38-40 personas con la EGB completa, con validez de educación, siendo que hicieron convenio con la EDJA N°4, pudiendo contar con maestros de EGB 1, 2 y 3. Al Centro asisten unos 20 chicos con discapacidad. Tienen, por ejemplo, computación, inglés y reciclado. Éste, surgió porque los maestros vieron que algunos no escribían por problemas con la motricidad fina, entonces hacen flores con goma eva y amasan pan, entre otras cosas. Ya, unos 10 alumnos alcanzaron la lecto escritura. Han asistido personas de Brasil, República Dominicana y Rusia, que por diferentes circunstancias vinieron a vivir a Río Gallegos y encontraron las puertas abiertas del Club. Esto no es impedimento y la edad tampoco, ya que tuvieron una egresada de 90 años. Reciben a todo aquel que no sepa leer ni escribir, acercándose a la institución, ya que es todo gratuito. Las clases son de 14:00 a 17:00, tres o cuatro días por semana. Un leonismo eterno “Cada año que pasa no es igual al otro porque los chicos se renuevan y cada vez el desafío es más grande, pero estamos felices de poder ayudar a combatir la falta de alfabetización”, manifestó la leona –como se denominan ellos-, añadiendo que, como dice el tango, 20 años no son nada, “pero para mí pasaron con gloria, con alegría, con felicidad. El logotipo que presenté era un corazón en el pizarrón y decía ´Alfabetización: amor y entrega´, y eso es lo que debe haber motivado que yo todavía esté al pie del cañón pese a estar jubilada desde 1994”. Silvia recibió una distinción internacional por el Centro de Alfabetización. Son muchos años de dedicación, pero también un arraigo personal muy importante, lo cual quedó demostrado en sus palabras: “Siempre la docencia ha estado en mis manos y le pido a Dios que me de fuerzas para seguir cumpliendo con este honorable mensaje. He tenido la mala suerte de perder a mi madre y mi esposo, y todos, médicos, amigos, sacerdotes, me han dicho ´de usted depende mucha gente Silvia, usted trate de echar luz a las personas, la están esperando´. Creí que no volvía al ruedo, sin embargo acá estoy, y seguiré hasta que Dios acabe con mis fuerzas y mi voz. Hay todo un club que me ayuda”. Silvia destacó que el Club “es una doctrina, un amor” y sostuvo que “la fuerza del León Frigerio Curi, mi esposo fallecido, la tomé yo. Sumada a la mía, sigo adelante con lo que él hacía. La fuerza se multiplica, ese es el propósito que tomé y de seguir adelante. Me cuesta muchísimo este duelo pero cada día que regresó a casa con el portafolio digo ´he cumplido y sigo cumpliendo. Mañana me espera otro día con nuevos desafíos´”, dio emocionada. Tiza y fibrón, de por vida Una vez jubilada, en el Centro encontró también un espacio para no desligarse del todo de su profesión. “No me encuentro sin un pizarrón y un fibrón. Tengo la voz gastada producto de las tizas. No me veo sin eso. Dios sabrá cuál es mi límite para decir basta, pero me mitiga mucho esta soledad, el seguir por consejos médicos para que no lo deje. ¿A quién le soy útil llorando en un sillón?”, se preguntó, para responder rápidamente: “El sacerdote que despidió los restos de mi esposo dijo: ´Silvia, a usted la están esperando, de usted depende gente que nos sabe leer ni escribir y chicos con discapacidad la reclaman´. Eso me motivo para salir y lo he superado”. Para finalizar, rememoró las palabras de un león, y expresó: “No importa lo que haga o lo que hice si no tenemos en cuenta lo que queda por hacer. Libertad, Entendimiento, Orden, Nacionalidad, Esfuerzo y Servicio, eso significa LEONES. Ha ido creciendo el analfabetismo y mi sueño y anhelo es combatirlo”, sentenció. Temas Educación Club de Leones Lás más leídas en Suplemento NOS